El Laberinto

Combinaciones

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Me da un poco de risa encontrar a quien proclama ser el “único” el cualquier ámbito que incluya sus gustos personales, ser el único que sigue prefiriendo  caminar, el único que escucha a una banda, el único que no ha visto una serie o aquel bicho raro que disfruta de la ensalada de col de cierta cadena de comida rápida. 

Una de las características del internet es justamente la probabilidad de encontrarte frente a un mar de personas que son tan únicos como nosotros creíamos serlo y esto desemboca en dos cosas: que podamos agruparnos, por más erradas o absurdas que sean nuestras ideas o que nos demos cuenta de que tan solo somos uno más. Tener esta realidad de frente a la vez supone que entonces se desee distinguirse y esta búsqueda de distinción, sobre todo cuando se maneja de manera que vaya en contra de las corrientes masivas, genera ejércitos de personas “distintas” que a su vez son copias casi idénticas entre sí, además de hacer que todo lo que es demasiado popular reciba un baño de odio que rara vez es proporcional a su calidad o a la falta de ésta.

Sobre los motivos que tenemos como individuos a desear destacarnos del resto, no sé muy bien por donde indagar, supongo que es una cuestión de identidad, pero que también estos diferenciadores harán que seamos elegidos por sobre el resto ya sea para encontrar un empleo, una pareja, un grupo de amigos o incluso ser dignos de admiración. A nadie le gusta particularmente la idea de ser uno más, completamente reemplazable o prescindible.

En cuanto a por que en realidad nos parecemos más de lo que podemos aceptar, es porque el número de posibilidades es finito, por ejemplo, si imaginamos los gustos musicales como letras del abecedario, habría 27 posibilidades pero aquí viene la parte curiosa,  tomando en cuenta la extensión (si son 2 o 5 o 9) y la proximidad, que la r quede junto una a o una p el número de combinaciones si es infinito, es el mismo caso de porque habiendo tan solo  diez dígitos posibles para elaborarlos, existen más números telefónicos que personas en el mundo.

Ahora bien ya que cada quien tiene su propia combinación, entonces viene el momento de agruparnos y aquí funcionamos similar a fichas de dominó, pero con un enorme número de puntas, haremos conexión con aquellos que coincidan aunque sea en alguna y supongo que esta será más fuerte en la medida en que coincidan por más sitios, aunque cabe la posibilidad de que tanta similitud cierre el juego, como cuando sobre la mesa ambas puntas terminan en el mismo dígito.

Quiere decir entonces que nuestras posibilidades de coincidir aumentan con  nuestra capacidad de aprender, de conocer cosas nuevas e incluso de abrir nuestra mente y a su vez estos puntos de coincidencia nos abren la posibilidad de ver nuevos números por pura proximidad ampliando nuestro horizonte.

Quizá no está tan mal no ser únicos, no habría lenguaje posible para comunicarse con alguien que, por alguna razón misteriosa, lo fuera de verdad.