El Laberinto

De prestado

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Como buena novela de Pérez Galdós, a río revuelto, a bolsillos vacíos, se agolpan los oportunistas y especuladores, las estafas y los trabajos poco honorables, que son aquellos que implican ayudar a otros justo a estafar o que atentan contra la dignidad o contra la ley.

A menos requisitos para aplicar, porque parece que se necesita tener dinero para pedir prestado, se presentan abusivos intereses que superan con creces el monto real y que desangran lentamente a los deudores, quitándoles el sueño como descanso y los sueños como metas, por un momentito de paz, por tapar un agujero que amenaza con comernos a cambio de abrir algún otro unos metros más adelante. Estos primeros deudores, podrían ser llamados los de mera supervivencia, con ingresos que quedan siempre cortos para sus necesidades más básicas.

Muchos se endeudan por una cuestión aspiracional, utilizar los zapatos de moda, elaborados del otro lado del mundo por alguien tan precario como uno mismo  o tener el  celular de novedad, con especificaciones apantallantes que, sin embargo, no lo salvan de poder convertirse en un cacharro  obsoleto mucho antes de que pueda terminarse de pagar. Esto puede crear una sensación de bienestar temporal, pero además genera algo mucho peor, los desclasados, esos que se piensan clase media cuando todo lo deben, esos de la fachada flamante y las goteras por dentro.

En ambos casos cualquier tropiezo, una enfermedad, un pequeño imprevisto o incluso una triste pizza fuera del presupuesto  rompe el delicado equilibrio y puede provocar un desplome de grandes dimensiones. A eso le podemos llamar estar en situación de vulnerabilidad. Esta condición también suele incluir una esclavitud que pudiera parecer voluntaria, pero que no lo es, simplemente no existe la holgura para parar o para tan siquiera disfrutar un poquito de este parque de diversiones donde pagar la entrada es forzoso, pero pasarlo bien es casi pecaminoso. Y es por esta razón es que existe un tercer tipo de deudor, que no pide prestado dinero o bienes materiales, pero que también subsiste a base de gastar hoy y pagar mañana, solo que se roba horas de descanso, salud o serotonina. Parece que no solo las personas somos duras cobrando los intereses, el cuerpo también.