El Laberinto

Necio o perseverante

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¿Se está siendo necio o perseverante? La línea es tan delgada, casi como un cabello o eso nos parece. Supongo es relativo, que depende de a qué y cómo nos estemos aferrando.

Insistir con otras personas, ya sea de manera romántica, amistosa e incluso comercial, vale la pena cuando les estamos haciendo un bien, cuando se ve respuesta positiva,  si no existe el desagrado hacia nuestras intenciones. Estamos en la perseverancia, pero esta está limitada por la voluntad del otro. Si en cambio, aun ante la negativa, o lo innecesario o incluso lo dañino de la intención insistimos estamos siendo necios y acosadores e incluso violentos. No importa si es un vendedor telefónico, un predicador religioso, un pretendiente o un amigo, el no es un no y hay pocas cosas más molestas que la insistencia en estos casos.

Si se persiste con algo personal, buscando metas, cambiando hábitos,  desarrollando habilidades, se puede decir que se es perseverante, nadie nace haciendo nada y el mito del talento natural, que si bien si existe la facilidad no lleva a nada sin la insistencia, enmascara horas de trabajo y de esfuerzo. Que nos podemos esforzar por conseguir cosas negativas para nosotros es también una posibilidad, como los que insisten en usar prendas incómodas, en llevar a cabo actividades que les son terriblemente difíciles o en castigar su organismo con refrescos o drogas o grasas, pero aquí valdría la pena pensar que tanto el autocuidado intensivo es una premisa moral y que tanto una verdadera necesidad. Quizá vale la pena raspar un poco la carrocería de camino si eso nos hace felices, porque no todo lo que hacemos o queremos nos tiene que hacer bien, no todo tiene que ser útil y provechoso. Creo que aquí se es necio si se lastima a los demás o si ni siquiera se está gozando de lo que se hace, pero tampoco podría afirmar que en el caso contrario se sea perseverante, porque la meta es inmediata y efímera.

La necedad también se enmarca en relación a lo posible, pero esto es histórico, muchas cosas que no eran posibles hace cien años son parte de nuestra cotidianeidad gracias a que algunos a los que llamaron necios por siquiera pensarlo insistieron en hacerlo. Como diría Silvio Rodríguez, «aquí estamos ante la necedad de lo que hoy resulta necio», pero hoy no es para siempre y lo posible es acumulativo. Vale la pena aquí ser necio para los demás, porque en realidad se está perseverando.