El Laberinto

Aquí y ahora

Compartir

A la banda de bandas

El pasado es tormento y el futuro es un extraño Cronos que nos come sin piedad, vivir en uno nos avienta a los brazos de la depresión, si se trata de mirar para atrás todo el tiempo, regodeándose en las viejas glorias o recreando con morboso placer los tiempos  tormentosos y por el otro lado, si estamos siempre viendo a futuro no disfrutamos del momento.

Sin embargo, y a pesar de ser lo único tangible que tenemos, nos cuesta tanto aterrizar en el presente, tal vez por el miedo al movimiento a esa misma turbulencia que si nos dejamos llevar nos ciega, avienta y zarandea a su gusto pero que a su vez nos transforma y supongo que esa podría ser una buena descripción de lo que es vivir,  no como un acto mecánico que implique respirar y perseguir nuestro sustento, si no como esa acción consciente que consiste en saber que a pesar de que nuestra existencia es algo que no pedimos pero que tenemos que pagar para siempre, como producto comprado a crédito y a la fuerza, el mundo tiene mucho que ofrecernos, sobre todo si navegamos en el barco correcto.

Y aunque suene trillada esa metáfora, que normalmente utilizan los jefes como una chantaje barato para que te pongas la camiseta en una empresa infame, funciona a la perfección para sentenciar que, si en verdad queremos llegar a buen puerto en este mar que es moverse en vez de quedarnos en el puerto viendo a la inmensidad y pensando en lo que estaba tierra adentro, debemos conseguir una tripulación valiente y aguerrida  que nos acompañe y juntos construir una embarcación donde todos quepamos cómodamente y cuya forma se adapte al destino que deseamos alcanzar. 

Empecemos entonces con la labor de reclutar, que afortunadamente no es como se formaban los equipos de futbol de las retas de la escuela o como los procesos de selección de empleados, por la simple razón de que no se trata de un tema temporal o utilitario, si no de saber que si ya estuvieron presentes en el pasado y  comparten el presente con nosotros es muy probable que sean una gran compañía a futuro, compartiendo lo que se sabe, arreglando lo que se rompe apoyando lo que se hace. Solo se llega rápido, pero acompañado se llega lejos y además de manera más amena.

Continuando con la labor del astillero hay que elegir los materiales que formaran parte de la nave, transformando lo que ya está, rescatando lo que estuvo y olvidamos  e inventando lo que vamos a necesitar, para darle una forma mediamente adecuada que brinde un inicio de estabilidad, aunque se puede seguir corrigiendo de camino mientras no se pierda el rumbo o si se hace sea con gusto y a sabiendas mientras aparecen  los reveses de aquello que no depende de nosotros como el clima o los otros barcos.

Que no es lo importante a donde se va si se sabe que aquí y ahora estamos con quienes tenemos que estar y haciendo lo que deseamos hacer.