¿Qué está pasando con la pandemia?*

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Especialistas de la UNAM explican

Ómicron es tan contagiosa como el sarampión, pero es mucho menos virulenta y letal; ante la presencia de síntomas hay que asumir que se tiene la covid-19 y aislarse sin esperar pruebas

Fernando Guzmán Aguilar   

 ©Gaceta UNAM

Ómicron tiene una capacidad de transmisión extraordinariamente eficiente, comparable al virus que causa el sarampión, reconocido como el patógeno más contagioso, sostiene Samuel Ponce de León, titular de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus.

Por fortuna, a diferencia de otras variantes del SARS-CoV-2 (la original Wuhan, alpha en Reino Unido y delta que ha recorrido el mundo con un alto índice de complicaciones), ómicron tiene una menor capacidad de virulencia.

En muchos pacientes causa síntomas moderados y sólo en un pequeño número de casos la enfermedad se complica, puede requerir de cuidados intensivos u ocasionar la muerte.

Ómicron, apunta el coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud, es capaz de infectar a personas vacunadas, con “su esquema completo”, e inclusive con tercera dosis de refuerzo.

En general, la infección por ómicron se presenta “muy benigna o incluso puede pasar inadvertida”. Sin embargo, a través de las personas infectadas pueden mantenerse y continuar los contagios.

A consecuencia de la gran movilidad social por vacaciones, en las próximas semanas o días habrá una intensa transmisión de la infección como no se ha visto a lo largo de la pandemia. “Muchos conocidos van a enfermarse”.

Se espera que la mayoría de infectados presenten “cuadros leves”. Todo será “muy rápido y seguramente los servicios de salud se saturarán en poco tiempo”.

La amplísima capacidad de contagio de ómicron en el ámbito global podría mejorar el grado de inmunidad de amplios sectores de la población e incluso de nuestra especie. Sin embargo, este gran número de infecciones implica un altísimo número de partículas virales reproduciéndose, con la posibilidad de que haya errores en la transmisión de sus características genéticas y, por tanto, la aparición de nuevas variantes con propiedades más complicadas.

Hay que usar cubrebocas de triple capa en todo momento y fijarlo bien

El virus SARS-CoV-2 (desde la original Wuhan hasta la variante ómicron) “agarra parejo”, aunque las poblaciones más afectadas están entre 20 y 50 años aproximadamente, porque son las que actualmente tienen más movilidad.

Como “99.9 por ciento de los contagios ocurre por transmisión aérea” (al estornudar, toser o hablar se expulsa el virus en gotitas aéreas que forman aerosoles), nuevamente la barrera fundamental para no infectarnos es utilizar el cubrebocas.

Todos los cubrebocas son útiles. Desde los que se elaboran en casa hasta los que se adquieren en farmacias. Es ideal que tenga tres capas de tela de algodón o del material con que se hacen los cubrebocas quirúrgicos. Hay unos con mayor capacidad de filtración y se ajustan mejor, los N95. Otros se ajustan por atrás con dos ligas “y ponen hermético el cubrebocas”. Siempre hay que usarlos hasta el puente de la nariz y por debajo de la barbilla. Cualquier cubrebocas “es mejor que nada”.

Otras medidas de protección son mantener una distancia de más de 1.4 metros si es posible y ventilar los espacios cerrados y semicerrados (salón de clases, oficinas, iglesias…).

En el transporte público, para minimizar el riesgo de infección, se deben mantener abiertas las ventanas y tener una higiene correcta, sobre todo de manos. Llevar ajustado correctamente el cubrebocas y si es posible usar dos, “perfectamente sellados”. No quitárselo ni tomarlo con la mano. También hay que portarlo en congregaciones a la intemperie.

Las personas que desarrollan síntomas de la enfermedad o sospechan que tienen la Covid-19 deben voluntariamente autoconfinarse, sugiere Ponce de León.

Hasta tener “pleno conocimiento de qué situación estoy viviendo, podré tomar alguna decisión, si suspendo el aislamiento o cuarentena, o si me voy a hacer un estudio o si voy a consultar a mi médico”.

Que ómicron se trasmite rápido en el mundo, y “una suerte de información mal establecida” han causado gran preocupación, incluso ansiedad, llevando a mucha gente a la realización de pruebas de diagnóstico que, sin embargo, “no nos ofrece ninguna ventaja en relación con la enfermedad que podríamos estar sufriendo”.

Si un familiar, un amigo o “yo presento síntomas respiratorios (estornudos, secreción nasal, catarro, dolor de cabeza, malestar general, cuerpo cortado, dolor de garganta, tos o falta de aire), debo sospechar que tengo Covid-19 y en la gran mayoría de los casos voy a estar en lo cierto”. Quien presente dichos síntomas debe recluirse, evitar contactos y si las molestias se intensifican, buscar atención con su médico particular o de una institución de salud pública. “Si el cuadro es discreto y leve, con un poco de paracetamol y líquidos suficientes, será lo que requiera el paciente para solucionar su situación”.

Sólo si por alguna situación laboral, familiar o de enfermedad uno tiene que corroborar si está infectado con SARSCoV- 2, hay que aplicarse la prueba en los kioscos instalados por el gobierno en diferentes sitios en casi todas las ciudades del país. En caso de la comunidad de la UNAM, en sus centros de diagnóstico (teléfonos 55-68962238 y 74-45052271, de 9 a 15 horas).

 ©Gaceta UNAM

Ni negligentes o autocomplacientes con las precauciones

Actualmente, afirma Ponce de León, la mayoría de los contagios son por ómicron, pero a todas las variantes del SARS-CoV-2 hay que tenerles miedo y mantener las precauciones para evitar la infección.

Nadie puede garantizar que la evolución de una infección por ómicron vaya a ser leve. No podemos, porque se dice que tiene una menor virulencia, “ser negligentes o autocomplacientes con las precauciones”.

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*Tomada de Gaceta UNAM. Publicada con fines no lucrativos. Si usted está interesado en estos temas, visite el sitio: https://www.gaceta.unam.mx/que-esta-pasando-con-la-pandemia/