El Hilo de Ariadna

III. ATARJEA-HOYOS COLORADOS, ENCRUCIJADA DE LA LIBERTAD

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Guanajuato no es demasiado grande, pero se las ingenia para dar el mismo nombre a ciertas rutas, a dos o tres callejones y hasta a alguna calle. Atarjea, según la RAE, es una cañería. ¿Por qué dos callejones de esta ciudad tienen esa denominación? Muy probablemente, porque antiguamente por ellos corría un canal de aguas de desecho.

Uno de los dos Atarjea está rumbo a San Javier; de él nos ocuparemos en otra ocasión. Esta vez, nos referiremos al otro, que discurre como un balcón que bordea el área verde a la que llamamos “Pastitos”. Gracias a eso, ofrece bellas vistas y convierte el recorrido por sus gastados adoquines en una grata experiencia.

En realidad, Atarjea es uno de los dos ramales principales del callejón de la Libertad, que da inicio en un esbelto arco de ladrillo desde la plaza de las Ranas y se extiende hasta la calle Ashland mediante dos ramales: el ya citado de la Atarjea y otro, más arriba, que tiene el peculiar nombre de Hoyos Colorados (¿por qué se llamará así?).

Varios ramales conducen, aún más alto, al amplio callejón de San Cayetano. Un torcido enredijo de pequeñas sendas comunica los diferentes segmentos de esa zona, que vista desde la ex estación del ferrocarril parece un enorme conglomerado de cubos para armar. Espectacular. Los ya mencionados Pastitos pintan de esmeralda el frente, y al fondo, se yergue la roca que escolta al primer tramo (empedrado) de la carretera Panorámica.

Hermosas jardineras, angostos pasajes, una elegante y derruida terraza en la que sobreviven varias columnas salomónicas, están entre las llamativas sorpresas de esta zona. Asimismo, algunas paredes se han vuelto lienzo para plasmar ejemplos de buen grafiti.

El recorrido por la noche, a lo largo de la barda que mira a la explanada del parque, es inspirador. Las farolas se mecen al viento y dejan caer su tenue luz sobre el enlosado. Dan ganas de sentarse a escuchar el murmullo del viento entre los árboles, alumbrados continuamente por las luces de los autos que entran y salen del centro de la ciudad.

Por la Libertad, se ubica un viejo hidrante, de verde caliza, muy cercano de otro -nuevo-, de cantera negra, que alguien tuvo la genial ocurrencia de colocar en el comienzo de San Cayetano, callejón que, a la izquierda, luego de un corto tramo, nos deja en la calle que rodea al descuidado jardín del Cantador, y por la derecha sube hasta el inicio de la maraña de callejones que se adentra en el viejo poblado minero. Pronto andaremos por allí.

La senda de la Atarjea.
Arco de la entrada por la plaza de las Ranas.
El arte del buen grafiti.
Hidrantes, en las entradas de la Libertad y San Cayetano.
Hoyos Colorados: sube, baja, se retuerce.
La Libertad.
Mascotas. No podían faltar.
El conglomerado multicolor entre San Cayetano y Atarjea.
Vista a los Pastitos.
San Cayetano.
Los caminos del barrio.
Una antigua terraza asoma sobre una verde jardinera.