En momentos llenos de solidaridad, sacrificio, entrega, en fin, justicia social, siempre está la Cruz Roja, no distingue clases sociales, para ella, pobres y ricos son lo mismo: seres humanos; en el inicio de la vida y en las situaciones difíciles, está presente.

La imagen fue captada en el antiguo Hospital General de León, una noche llena de experiencias que se inició con una llamada de socorro para acudir a Chapalita, una de las colonias populares de la ciudad. En el interior de la reducida vivienda, en un camastro, una joven gemía, tal vez conteniendo sus dolores, o tal vez con la angustia de sentirse sola, sola frente al mundo, con un futuro incierto. Estaba en trabajo de parto.

Unos vecinos dijeron que la muchacha no tenía familiares, y así, sola, fue conducida a la ambulancia, donde el nerviosismo crecía conforme las contracciones eran más frecuentes; mientras la ambulancia recorría las calles rumbo al hospital, llegó el momento de pedirle a la joven que pujara, ya se visualizaba la cabeza del bebé; los minutos pasaban lentamente, se acercaba el instante crucial; no había material de curación, nada que ayudara al alumbramiento, solo la voluntad y escasos conocimientos teóricos .

En cuanto la ambulancia llegó, en el hospital ya la esperaba el personal médico y enfermeras, ellos completaron el trabajo iniciado: ¡fueron trillizos!

Era la época de la “escuadra 15”, compuesta por jóvenes idealistas, tan idealistas como el entonces presidente de la Cruz Roja, Pedro Medina Hurtado.

PD.- Ojalá esos bebés y su madre hayan tenido un futuro menos incierto, por lo menos, la Benemérita Institución les ayudó a llegar a este mundo.