El espacio de Escipion

¿Y si se retoma la Ley de Seguridad Interior?

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El momento de Adán

Quién ganó y perdió en el Debate del EDOMEX

Alcaldías de la CDMX se perfilan

Las dudas fueron despegadas y muchos se preguntan si no hay nada qué hacer. La resolución definitiva de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con ocho votos contra tres, declarando inconstitucional la Ley de la Guardia Nacional y ordenando un plazo de ocho meses para que de manera ordenada se “civilicen” los elementos del cuerpo de seguridad pública creada por el gobierno de la Cuarta Transformación.

Claro, si no se cumplen los plazos y términos de la Corte, se encenderá otro debate sobre si hay o no desacato del Ejecutivo federal o si se encuentran rutas alternas para contener ese ambiente de abierta confrontación entre los poderes de la Unión.

El tema podría mantenernos en vilo en lo que resta del sexenio sin que nadie quiera ceder en sus argumentaciones y objetivos. Lo más paradójico es que este debate ha volcado al espectro de algunas ideologías políticas: liberales, izquierdistas y progresistas defendiendo la militarización y, inaudito, los conservadores de la derecha tradicional, en contra de los militares en seguridad pública.

Más allá de estos encontranazos llenos de paja y campañas llenas de maniqueísmo partidista, hay que reconocer que la resolución ayuda a la división de poderes, pero deja el tema de la seguridad nuevamente en el aire. ¿Y ahora qué sigue?

Porque hay una realidad ineludible, contra todo los buenos deseos y contra la disminución de la percepción de inseguridad dado a conocer por el INEGI, los números rojos se mantienen altos. La cuenta del sociólogo e historiador que utiliza el nombre de @CancerberoReal en Twitter, todos los días desde 2010 hace el recuento de homicidios en México, teniendo cifras de 80 a 93 ejecuciones cada día.

El Observatorio Nacional Ciudadano, en su informe del primer trimestre de 2023, apunta que “en poco más de cuatro años, se confirma que este es el sexenio más violento de la historia”. Y afirma que en “los 52 meses de esta administración ya se rebasaron los 150 mil víctimas de homicidio doloso y hay los mismos casos del total de homicidios del sexenio de Peña Nieto y 22 por ciento más que el de Felipe Calderón”.

Ni qué decir de las denuncias de amplias regiones del país donde el crimen organizado ha instalado un gobierno paralelo al institucional y democráticamente electo, cobrando cuotas por transacciones comerciales y hasta de la economía social, imponiendo toques de queda, obligando a consumir en determinados negocios, aniquilando a muerte a periodistas y medios que se atreven a denunciarlos y reclutando jóvenes, médicos, enfermeros y mujeres para sus diversificados delitos, que no son solo las drogas, sino la trata de personas, el despojo y lavado de dinero.

Por eso, no hay entidad en el país que presuma que su fuerza policial es suficiente para enfrentar a las cada vez más sofisticadas y bien armadas organizaciones criminales. No hay un solo gobierno que no haya pedido apoyo a las fuerzas federales, llámense Marina Armada de México, Defensa Nacional o Guardia Nacional, no sólo para hacer presencia y apoyarlos en las tareas de seguridad pública, sino a estar al frente de sus cuerpos policiales. 

Con cifras del 2020, la Guardia Nacional contaba con 24 mil 174 elementos de la Policía Federal; 59 mil 548 de SEDENA y 16 mil 513 de SEMAR, algo así como 80 mil elementos de las fuerzas armadas en tareas policiales; sin embargo, aunque no se ha actualizado la información, es claro que después de las protestas y movilizaciones de ex policías federales, han sido marinos y soldados los que más han engrosado al cuerpo de seguridad pública de la llamada “Cuarta Transformación”.

Nadie en su sano juicio político y personal ha dicho que hace falta una policía nacional profesional y disciplinadamente como las que operan en otros países y, en el caso de México, son las fuerzas armadas de SEDENA y Marina las más calificadas para formar, adiestrar y disciplinar esos cuerpos.

Pero, nos preguntamos si hay plena coincidencia en todo lo anterior, porque el gobierno federal, las bancadas de Morena-PT-Verde y los ministros afines a la 4T se fueron enredando y sólo se les ocurrió un parche anticonstitucional para no entrar en contradicciones ideológica-discursivas,  y peor aún, ahora quieren una nueva reforma constitucional para que ahora sí, totalmente la Guardia Nacional, dependa de la SEDENA. 

Estamos en la recta final del sexenio. Conforme avance el proceso estructural que tiene cada fuerza política, quien asuma la candidatura presidencial para 2024 deberá tomar el toro por los cuernos y no buscar sólo parches. El mismo ministro Arturo Zaldívar, duramente cuestionado por su cambio de opinión respecto a la militarización de la seguridad pública, coloca el tema de fondo: hay que revisar la desechada Ley de Seguridad Interior, una legislación fue muy demandada por militares durante años y que en 2018, al triunfo de Morena, la Corte desechó ante la presión de los morenistas que acusaban, entonces, de militarización y casi golpista para el gobierno que ellos encabezarían.

La Ley de Seguridad Interior, que el Congreso de la Unión aprobó en 2017, establecía el carácter urgente de una legalización que regulara el papel y presencia de las Fuerzas Armadas en la función de coadyuvar con las autoridades civiles en materia de seguridad pública y dotar al Ejército de la autorización jurídica necesaria para su intervención en la lucha de la persecución del delito. Es decir, cubrir el vacío legal con que siguen operando militares en el combate al crimen organizado y a contener la inseguridad en todos los frentes donde el crimen está operando, además de obligar a los gobiernos estatales y municipales a ser más proactivos en estas tareas, pues como van hasta ahora siguen lavándose las manos.

Sí, la oposición a dicha ley, como ahora a la Guardia Nacional en SEDENA, es por el temor a probables abusos en las tareas de inteligencia que se estarían desplegando. Por supuesto, hay que ir a fondo y debatir los límites que tengan militares y policías civiles en el combate al crimen y que no siga como hasta ahora, que el trabajo de inteligencia militar esté enfocado a la investigación de organizaciones y líderes sociales que se oponen a las acciones y obras públicas del gobierno federal. Ahí están los expedientes, ya hechos públicos y que andan circulando expedientes de opositores al Tren Maya y ni se diga de los grupos de presión en la CDMX.

Por supuesto, hay que ser estrictos para que esta legislación esté apegada al respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión, la libre manifestación y el derecho a disentir, y que no tengamos que entrar a una nueva fase de polarización nacional; una “ley de garrote” so pretexto del interés nacional.

Una revisión de parte de los presidenciables y futuros legisladores federales. Más aún, los futuros candidatos de Morena harían bien releer el Proyecto Alternativo de Nación en la cual establece el compromiso de crear esta ley, no parches anticonstitucionales, pues a nadie les caería nada mal entender el problema, pues como dijera el poeta y ensayista Antonio Acevedo Linares:

La paz la quieren con guerra

y la guerra con sangre

la paz de los jardines de paz

y la guerra de los criminales de guerra

declara la guerra a la guerra

para que la paz se tenga en paz

y haz que la paz no siga dando guerra

haz la paz a la guerra para

que la guerra descanse en paz.

QUÉN GANÓ EL DEBATE DEL EDOMEX… “Ni Delfina perdió, ni Alejandra ganó”, nos comenta el estratega electoral Dante Moncada. En efecto, Delfina no varió su estrategia de la elección de 2017 y agradar a su público, quedando como la misma  “Tía Fina” que todos queremos. Y Alejandra, pues quizá perdió la oportunidad, porque fue sobreasesorada y sobre saturada de una operación digital pre y post debate que era inverosímil, queriendo dar golpes de impacto, acabando su batería de temas, todas sus canicas en juego se fueron en el primer encuentro.  Quedó como la señora que vende naranjas: ya vendió todas y ahora qué va a vender.  

EL MOMENTO DE ADÁN… Luce, parece, se siente y lo arropan como presidente. A diferencia de Claudia y de Marcelo, Adán no tiene por qué cuidarse de quedar bien con Andrés Manuel, simplemente porque comparten los mismos objetivos y decisiones. No tiene por qué mimetizarse o repetir lo que dice el presidente. Y bueno, la sorpresiva ausencia del presidente López Obrador no ha pasado desapercibida por los medios nacionales que le han dedicado no sólo caricaturas, cobertura y atenciones, sino columnas políticas de periodistas serios, entre ellos Jorge Zepeda, cuya pluma estaba comprometida con Marcelo. Sin embargo, como la comentocracia y la cargada oficial que sea alineado con Claudia era para forzar a que el canciller tomara una determinación en estos días,  parece que el momento de Adán los está dejando fuera de foco.

Alcaldías de la CDMX se perfilan… Morenos y opositores van rapidito en perfilar a sus mejores cuadros para ganar alcaldías. Por supuesto, los afines a Marcelo y a Claudia están desorientados y no terminan por definirse (y menos si la zancadilla llamada Adán es impuesta), situación que está siendo aprovechada por René Bejarano y sus indescifrables compromisos en Tláhuac, Iztacalco, Gustavo A Madero y la Cuauhtémoc (aquí donde quiere traer al mismísimo oriundo del barrio bravo: “El Cuau”). Mientras, las encuestas favorecen a los cuadros cercanos a Claudia en Tlalpan e Iztapalapa, donde ya su partido no parece tener problemas.  

Contacto: feleon_2000@yahoo.com