Desde el Faro

LOS OLVIDADOS

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Afectados por el incendio del tiradero

En La Haciendita, los últimos 6 días han sido difíciles, “irrespirables”; el cielo aún es grisáceo, y perdura el olor nauseabundo. Varios niños y adultos mayores han tenido afectaciones a consecuencia del humo originado por el incendio del basurero municipal que se ubica a solo 2 kilómetros.

Con nariz y garganta irritada, Gael, de 11 años, dejó de ir a la escuela el mismo día en que “nada se podía ver”; al día siguiente comenzó a sentirse mal y su mamá lo llevó al médico de una farmacia. No fue fácil recorrer 3 kilómetros para cruzar el cerro, llegar a la carretera y abordar un autobús. En la zona urbana de la ciudad el ambiente era igual, “se percibía un olor como de huevo podrido”. Ahora, Gael sigue igual, por eso, tal vez, dure otros días sin ir a la escuela.

Don Salvador, otro de los afectados, dice tener “los pulmones tapados” como consecuencia de “ese humo gris con olor tan feo”; es un adulto mayor, y a pesar de sus dificultades para respirar, asegura tener confianza en recuperar la salud.

Marcos, de 55 años, tiene los ojos muy irritados; a él se le ha complicado la situación porque además, 3 veces a la semana se aplica la hemodiálisis, ese procedimiento de sustitución renal para limpiar los riñones. Don Marcos piensa que puede haber una relación entre su enfermedad y la irritación visual.

Estos son apenas 3 ejemplos; puede haber más casos entre las 20 familias que habitan esta comunidad; seguramente pasarán muchos días para que sean atendidos; hasta el momento, ninguna autoridad sanitaria, o del gobierno municipal ha tenido contacto con ellos.

LEJOS DE TODO

Para llegar hasta donde viven estos olvidados del destino es necesario caminar unos 3 kilómetros por el cerro, a partir del camino que une a la colonia Las Biznagas con la carretera libre a Silao. Es un trayecto lleno de sol quemante, de basura, cazahuates y nopaleras en plena floración, esos vegetales estoicos, que soportan todo, que a pesar de sequías y otros problemas ambientales, siempre están ahí, son muy tercos…