Histomagia

DOÑA CATALINA

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Realizar actos por venganza es una forma que las personas tienen para calmar su alma y estar en paz consigo mismos, o eso es lo que creen. La verdad es que cualquier emoción que venga desde lo más profundo del ser y con ella se lleve a cabo un acto deleznable, lo perseguirá por el resto de su vida y, aún más, su muerte.

Recuerdo que hace muchos años, la señora Catalina nos rentaba cuartos en Cantarranas. Ella era una persona bajita, rubia y siempre estaba sola, su esposo e hijos la habían dejado fuera de su vida, nunca la tomaban en cuenta, en verdad era una soledad cruel, pues ellos ´solo la tomaban como su sirviente, nunca como su esposa o madre. Todos los días lavaba, planchaba en el cuartito de atrás, y hacía la comida para ellos, “esto es amor”, decía.

Nosotros éramos cuatro chicas que compartíamos dos cuartos, todas estudiábamos en la Universidad de Guanajuato, en diferentes carreras, así que nuestros horarios difícilmente nos hacían coincidir, así que siempre estábamos solas de una u otra manera, por lo que la señora y la casa siempre estaban solas, se acompañaban.

Una noche en que su marido e hijos ya se habían ido a descansar, ella se metió al cuartito de planchado, yo había llegado a tiempo para que nos cerrara la puerta, la cerraba a las 9 pm, y la vi con su parsimonia caminata dirigirse hasta el final de la propiedad, al cuartito en cuestión.

Esa noche, me di cuenta que dormiría sola, mis compañeras no habían llegado antes del “toque de queda” que la casa de asistencia tenía, así que decidí dormir temprano, ese día había entregado dos ensayos sobre literatura mexicana y latinoamericana, por lo que en verdad estaba muy cansada. Doña Cata estaba en ese cuarto como siempre -pensé- planchando o lavando, así que apagué la luz y a dormir.

Pienso que la señora pensó a su vez que ya que me dormí podría hacer lo que -ahí me di cuenta- hacía cada noche: hablaba sola, o eso creía yo, porque cuando me quedé dormida a los cinco minutos me desperté al escucharla hablar con alguien, ¿quién estará con ella?, nadie la visitaba ni le hablaba su familia. Me quedé en la duermevela arrullándome con esa plática; primero la escuché cerquita de mí, pues el cuartito quedaba a un lado de mi cuarto, pero de repente me di cuanta que esas voces ya no eran de dos personas, eran más, desperté amodorrada y me seguí preguntando ¿ahora con quiénes estará? A estas alturas mi curiosidad ya era mucho más profunda que mis ganas de dormir, así que me levanté sin encender ninguna luz, y caminé directo al ventanal del cuarto desde donde se veía la entrada del cuartito y cual caverna de Platón, observé sombras que se proyectaban en, recuerdo, aquella pared verde seco del interior del cuartito, lo extraño era que estas sombras se movían como bailando, Doña Cata hablaba y les pedía que la dejaran vivir un poco más, que no lastimaran a nadie “todavía”, que ella siempre les había dado lo que querían, que…en ese instante, caí en la cuenta de que las sombras de cantarranas eran almas perdidas que seguramente ella las vio alguna vez y, para no sentirse tan sola, les habló y pidió que estuvieran con ella, pero esos seres de sombra no quieren solo dar compañía siempre piden algo a cambio; tal vez ella les entregó la vida de su familia que nunca la quiso, que siempre la usó, no sé, porque no siempre la soledad es buena compañera, no siempre los seres que vemos a nuestro alrededor, vivos o muertos, son buenos, ellos sólo ven en los vivos una fuente inagotable de energía para seguir viajando en el viento frío de la sierra, en la música que se toca en las calles o callejones de Guanajuato, en la algarabía de propios y extraños, estudiantes y turistas que creen estarse divirtiendo o estudiante, según sea el caso, ellos son energía para esos otros que nos acompañan siempre. Doña Cata lo sabía, ella buscó no estar sola y lo logró, pero a qué precio.

Desde mi ventana escuchaba las súplicas de ella, pero esas sombras antes bailarinas ahora estáticas, en un instante se hicieron enormes tanto que cubrieron el cuarto totalmente y ahora esa pared era negra como las intenciones de silenciar a la señora. Fue entonces que sin querer tiré un vaso de vidrio que estaba en la ventana, en segundos, lo sé porque lo vi, en segundos esas sombras se metieron literalmente en la esquina superior de ese muro cubierto de ellas, y la luz y el silencio reinaron en ese pequeño lugar. Me retiré de la ventada de inmediato, porque ahora sí vi una sombra que claramente se dirigía a la salida del cuartito, era Doña Catalina, su andar, su ropa, su peinado de chongo en su cabeza, esa sombra era la de ella, así que corrí a refugiarme en la cama, cerré lo ojos mientras escuchaba con verdadero terror los pasos de la señora que se acercaban a la puerta de mi cuarto. Yo no abrí los ojos por nada del mundo, me hice la dormida, incluso recé mentalmente una Magnífica y le pedía a mis Ánimas benditas y todos mis santos que la hicieran ver que estaba dormida “háganla ver, háganla ver…” Doña Cata abrió la puerta, estoy segura de que me miró y supo, desde ese momento, que yo sabía de sus tratos con el más allá. Cerró la puerta y sólo dijo: “así seremos, como ellos” y se fue con su lento caminar a su cuarto.

A la mañana siguiente le pedí a mi hermana que me dejara quedarme en su casa, y aceptó. Gracias hermana. Desde ese día ya no regresé a la casa de Cantarranas y a Doña Catalina jamás la he vuelto a ver viva.

Supe después que esa casa la rentaron como bar, alguna vez fui a ese bar. Recuerdo que antes de llegar trastabillé frente al Teatro Principal y me hice un esguince, creo mis sabios antepasados y ánimas benditas no querían que fuera, pero fui. La verdad no pude quedarme. Para mí fue impactante volver a ver esas sombras, estaban ahí entre las luces de colores pasando entre las paredes con su insana liviandad, sólo que ahora no sé si entre esas sombras estaba Doña Cata, yo creo que sí, porque una se me acercó tanto y clarito escuché cerquita en mi oído “ya soy como ellos”, por eso, sin pensarlo, casi, casi al llegar, excusé que me dolía mi pie y me fui de ahí dejando a mi hermana, mis sobrinas y sus amigos conviviendo, ellos sin saberlo, con esas sombras que bailarinas que vi hace más de treinta y cinco años, y ahora con ella a su lado. Siguen ahí.

Hace pocos años vi que su casa estaba en venta. Espero que Doña Catalina siga estando con su compañía de sombras y haya calmado esa avidez de diálogo, porque en verdad me es muy triste pensar que cuando la soledad es oquedad, no importa si el mal llega, se acepta con todo y acuerdos tenebrosos. ¿Quieres conocer esa casa? Igual y aún sigue en venta, puedes comprarla y vivir en ella esta Histomagia de primera mano o sombra. Ven, lee y anda Guanajuato.