Histomagia

CORAZÓN DE CENIZAS

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Al Alex

Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

Jaime Sabines. Los amorosos.

Cuando hay sequía en Guanajuato, los aparecidos llegan con ellas. Dicen los que saben que la aridez de muchos de los muertos que vagan por esta ciudad, se aparecen por aquí y por allá, y son aquéllos que tienen hecho polvo el corazón ya sea por desamor, despecho, o soledad vacía de voces amorosas que los hacen volar dondequiera y cuando llega la lluvia con relámpagos ellos se esconden en los muros de piedra y hasta en la misma peña donde se está asentada esta colonial ciudad.

Mi amiga Irene siempre estuvo enamorada del amor, por eso cuando la llevamos a su tumba le dijimos que dejara de lado esa búsqueda amorosa, porque los vivos no aman a los muertos, bueno, no en la forma en que ella quisiera, el amor a los difuntos se basa en el recuerdo no en el poseer su alma como ella pensaba que el amor es destino, jamás comprendió que el amor es amarse dos en soledades compartidas, así que todas le exigimos, de plano así en su tumba, que descansara en paz y que el amor tal vez le llevaría en otra vida.

Pero Irene no era así, y creo que en su muerte la convirtió en un alma esperanzada por un amor, por eso su búsqueda fue en ese ultramundo. Eso lo supimos porque se nos aparecía en sueños, diciéndonos que ella era factible de ser amada, que ella no odiaría nunca a nadie que el amor por eso debería de llegar, y pues, desde nuestros sueños que como sabemos son parecidos a la muerte, en igualdad de condiciones espirituales, le dijimos que ya que no entendía que el amor no se busca te encuentra, que hiciera lo que quisiera, pero que eso sí, nos avisara cuando lo encontrara. Y así fue.

Irene tuvo la suerte y con su empeño encontró el amor allá en las sombras y noches turbulentas del más allá. Una noche llegó directo a mi sueño -me tomó de vocera del grupo de amigas- acompañada del alma de un señor,  alma ya entrada en años, no sé igual y por como lo vi tenía más de 100 de edad; Irene feliz me dijo que ese era el amor que esperó toda una vida que ahora se estaría con él sin importarle la forma que tenía en la muerte eterna. Al principio no entendí, pero entonces lo vi: era un espíritu fantasma gris, evocaba más un viento turbulento, con figura de hombre, pero que tomaba de la mano, a su manera el alma de mi amiga volátil desde todos los puntos de vista, eso sí cuando se le veían los ojos, eran hermosamente azules, y la miraba con el amor que incondicional y eterno que ella esperaba y que los uniría para siempre allá, en ese más allá del que todos hablamos. Yo felicité a Irene, obvio no la pude abrazar siendo ella vaporosa, literal, así que le recé una oración para su eterno descanso en compañía de su verdadero amor más allá de la tumba, más allá de la sequía de amor que tuvo en su vida terrenal. Su nuevo amor la envolvió en su forma de humo gris, ella me esbozó una sonrisa y se fue a descansar para siempre.

A la mañana siguiente en el chat grupal les hice saber a mis amigas que ella era ya feliz con su amor. Todas quedaron sorprendidas al contarles esta histomagia amorosa, pero, al igual que yo, están felices por su encuentro del amor en el más allá.

Dicen los que saben que muchas personas que no logran el amor aquí, siempre lo andan buscando donde sea, lo malo es cuando se encuentran con algún ser de bajo astral que los condena a tener un corazón árido ya sea de polvo o de sus propias cenizas de muerto, por eso siempre hay que dejar que el amor fluya hasta el infinito y quizá, a quienes no lo tengan aquí, puedan coincidir con el alma de alguno despistado también, ya que el amor se siente, es la sinrazón, y no se necesita del cuerpo para amar. ¿Quieres visitar la tumba de Irene? Ven, lee y anda Guanajuato.