«Desnudan» imagen y sueños de Bolívar

Compartir

Benjamín Pacheco López

Guanajuato, Gto. 1 de noviembre de 2010.- Lejos de la iconografía oficialista y el discurso patriótico, con ánimo de remover ideas mediante un exceso creativo en torno al libertador de América, es la propuesta escénica de Bolívar: Fragmentos de un sueño.

Teatro Malandro (Foto: Especial)

Teatro Malandro, fundado en 1990 por el director colombiano Omar Porras, presentó durante dos horas un espectáculo elaborado con dramaturgia escrita por él y Sandro Romero, así como textos del poeta William Ospina, en su participación en la edición 38 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

Para esto, los artistas convirtieron el Teatro Cervantes en un mapa para narrar visualmente la infancia, juventud y muerte del conocido libertador. «Los hechos que veremos aquí ocurrieron hace casi dos siglos, pero son hechos del presente…

«Después de muertos, como Simón Bolívar, están más vivos que antes», aclaró a la audiencia el director Omar Porras, quien también encarnó al combatiente que contribuyó de manera decisiva en el siglo XIX a la independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.

Porras, de manera directa, enfatizó la necesidad de ver a Bolívar como «una fuerza» y no como una estatua de bronce o marfil, al tiempo que alentó de manera indirecta a los asistentes a buscar la libertad.

Dos factores importantes para recrear la vida del combatiente fueron la escenografía y la iluminación, pues les bastó un puñado de tierra para crear la ilusión de Jamaica, Cartagena, Venezuela, Haití, Orinoco, España y Bolivia, así como días festivos y de guerra, de soledad, ataque y muerte.

La obra, dependiendo el punto de vista, puede ser apreciada como blasfema o una forma de honrar la memoria, en la que el espectador se ve sumergido en un desborde de imaginación al recrear los actores los distintos pasajes biográficos

De ellos, destaca el dedicado al general venezolano Francisco de Miranda, precursor de la emancipación americana del Imperio español, quien echa en cara al libertador un intenso monólogo para dejar en claro que no es un traidor.

La escena es matizada con cubetas de pintura que terminan formando la bandera venezolana, al mismo tiempo que denotan la sangre de su sacrificio.

En otras se apela a la música y al canto, a las noches de luna llena, a las persecuciones, a la vida contemporánea que olvida a sus héroes patrios, a los grandes viajes para liberar a un pueblo.

En sí, Bolívar: Fragmentos de un sueño es una obra dura, provocadora y repleta de cuestiones técnicas para narrar el viaje del combatiente. Hay discursos, arengas, silencios incómodos e incluso la recreación de la guerra.

Al final queda clara la intención de los realizadores al cuestionarse en qué ha quedado la conocida figura histórica, que bien podría trasladarse al escenario mexicano: «¿Qué quieren decir estas estatuas? ¿El arrepentimiento de quienes lo traicionaron o su gratitud?».