Se estremecen con los 7 dedos de la mano

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Benjamín Pacheco López

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Guanajuato, Gto. 3 de noviembre de 2010.- La muerte es un cabaret y la vida una interminable carcajada donde la destreza física se pone al servicio del delirio, son las sugerencias planteadas en La vie, propuesta escénica de la compañía Los 7 dedos de la mano.

Los actores del trapecio o cirqueros del teatro, como han gustado llamarlos por lo multifacético de sus presentaciones, combinaron las zonas más explosivas de la representación dramática con motivo de la edición 38 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

La vie (“la vida”, en francés) es un discurso visual para recrear una morgue, una sala de espera o un cabaret, y recordarle constantemente al espectador que está vivo.

Sébastien Soldevila, co-creador de la obra, encarna a un sarcástico y cínico maestro de ceremonias, quien da la bienvenida a un fantástico purgatorio donde caen almas pérdidas por la locura, la tristeza, el mal amor, el mal comportamiento y el dolor.

Durante más de dos horas, en el Auditorio del Estado resonó la música y efectos sonoros de Dj Pocket, al tiempo que se desarrollaban las acrobacias, cantos y bailes a cargo de los artistas Evelyn Allard, Emilie Bonnavaud, Isabelle Chassé, Krin Haglund, Pátrick Leonard y Samuel Tétreault.

El público se vuelve un actor más y hasta tiene su lugar en el escenario, pues una característica de la obra es que la constante interacción con los asistentes, quienes son “víctimas” de los comentarios y hasta bailables por parte del elenco.

Soldevila invita a entender un «Día del Juicio Final» donde sus habitantes tratan de escapar con artificios como un complicado equilibrio en silla de ruedas, o la danza aérea con lienzos y cadenas.

Le siguen otros intentos como el canto de melodías desgarradoras, la elasticidad de una camisa de fuerza, baile español cargado de humor, o la increíble destreza y coordinación con un yo-yo chino.

La obra incluye coreografías intensas y acaloradas, cachondas, donde los bailarines irradian sexualidad y erotismo; también momentos de gran belleza por lo delicado y preciso de las ejecuciones.

De esta manera se desarrollan las historias de hombres que no aprovecharon sus vidas o se dejaron llevar por la avaricia y perjudicaron a terceros; de mujeres que amaron demasiado, enloquecieron o cometieron suicidio.

En el fondo, los 7 dedos de la mano repasan el sentido de la existencia: “Todo el mundo aquí está muerto”, sostiene en un principio el maestro de ceremonias, y al concluir espera lo mejor de cada asistente para que disfrute cosas esenciales como beber y comer, o recrearse en su totalidad en el amor y la vida.