Candil de la Calle

El Maestro Granados Chapa

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Necesitamos reflexionar sobre los excesos en la prensa mexicana. Para mí, uno de ellos es ofender al que no es poderoso. Insultar al que no puede defenderse. Acusar al que no puede decir su verdad. El exceso que se practica contra los que tienen menos poder que uno. No hay exceso cuando uno se refiere al poderoso, pero sí hay cuando uno se refiere al que no lo es. Eso no debe suceder.

Tampoco puedo dejar de señalar que una de las cosas que detesto del periodismo de hoy es su conversión en negocio. No digo que el periodismo no deba ser negocio, desde luego; me refiero a que es lícito hacer negocio con el periodismo, pero no es lícito convertir al periodismo en negocio, simular que se hace periodismo para hacer negocio.

Miguel Ángel Granados Chapa

“Miguel Ángel Granados Chapa es como lo imaginé: de barba gruesa, anteojos, y habla con sencillez pero con firmeza”, escribí al margen de una hoja de cuaderno el 4 de diciembre de 1992, cuando conocí al maestro.

Miguel Ángel Granados Chapa (Foto: Especial)

Asistía a un Taller de periodismo impartido por parte del periódico El Financiero. Era reportera en el diario A.M. de Guanajuato y la empresa me mandó a la Ciudad de México a tomarlo.

Al frente del salón estuvieron, en el par de días que duró el taller, Elena Poniatovska, Raymundo Rivapalacio, Carlos Ramírez, Víctor Roura, Rossana Fuentes-Beráin, Fausto Fernández Ponte, Enrique Quintana, Oscar Hinojosa…

Al maestro Miguel Ángel Granados Chapa le tocó hablarnos sobre el artículo.

“El articulista es casi más un escritor”; “el límite para la tendencia es ejercer la libertad de manera responsable”; “Alfonso Reyes escribió que los periodistas tienen que ser lectores de libros para lectores de periódicos”; “la objetividad es una prédica vana, toda la información procesada en un medio por sujetos se convierte en un criterio subjetivo, no caprichoso, sesgado o arbitrario…”, fueron algunas de mis anotaciones, en medio del dictado pausado, acostumbrado a la academia, de Granados Chapa.

Sólo lo volví a ver una vez, en alguno de los aniversarios de Proceso.

En las afamadas y escurridizas redes sociales se hacen notar tres ausencias que en el último año han dejado de luto el pensamiento y la palabra, la crítica y el análisis, en México. Carlos Monsiváis, Germán Dehesa. Y desde el domingo, la partida de Granados Chapa.

Lúcidos, congruentes, abundantes y correctos en el uso del lenguaje, informados, ocupados en hacer opinión, en dar sustancia a lo que muchos de nosotros pensábamos también pero no sabíamos cómo decirlo.

Y mucho menos cómo escribirlo.

“Hay un periodismo que se dirige al poder. Es un periodismo que no satisface su misión social. Porque la misión social es la comunicación con la gente, el público, los lectores. Desde luego, también es verdad que algunas cosas han cambiado para bien; por ejemplo, antes casi todo el periodismo se dirigía más al poder que a los lectores. Es reciente su dedicación a los lectores y no al poder… o no sólo al poder”.

Son sus propias palabras, como ineludible recurso para el adiós al periodista, al maestro, al hombre congruente que alguna vez incursionó en la política como candidato porque creyó que podía hacer más por su estado, Hidalgo. Al hombre de la Plaza Pública, el espacio que por treinta años desmenuzó historias del poder, del abuso, de la conjura, del entramado de los personajes públicos, de la injusticia, esta última quizá la constante más recurrente en el impecable desempeño de ese su oficio, el nuestro.

Adiós al maestro Miguel Ángel Granados Chapa.

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Verónica Espinosa es periodista. Ha desarrollado una importante trayectoria en medios impresos y electrónicos de la región desde hace ya varios lustros. Actualmente es corresponsal del semanario Proceso en el estado. Con más de una década de emisiones radiofónicas a sus espaldas, Candil de la Calle, prestigiada columna de opinión, análisis y crítica política ahora llega cada miércoles a través de igeteo.mx por escrito, para descubrir la desnudez de la política y la observación acerada sobre la cosa pública.