Entrega “Il Postino” amor y poesía

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Benjamín Pacheco

Guanajuato, Gto. 29 de octubre de 2011.- Una celebración al amor, el canto, la poesía y los 108 años de existencia del Teatro Juárez, se conjugó con motivo de la ópera “Il Postino” presentada en la edición 39 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

Escena de la obra "Il Postino" (Foto: Especial FIC)

La obra, con música y texto escritas por Daniel Catán con base en la película homónima (1994) de Michael Radford, así como la novela Ardiente paciencia (1985) de Antonio Skármeta, deslumbró al público por una producción dinámica y un elenco que supo transmitir la intensidad de la relación entre el poeta Pablo Neruda y el cartero Mario Ruoppolo.

La música estuvo a cargo del Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes; estos últimos, debido a que es un montaje multidisciplinario, se instalaron en la parte baja del escenario para acompañar a los cantantes Vicente Ombuena, Israel Lozano, Amanda Squitieri, Cristina Gallardo-Domâs, José Adán Pérez, Grace Echauri, Gregorio González, Gabriel Lautaro Osuna y David Robinson.

Metáforas en movimiento

A lo largo de dos horas y media, el público fue transportado a la isla de Cala di Sotto, Italia, de 1950 donde vive Mario Ruoppolo, hijo de pescador que reniega de su vida. Al sitio llega un poeta que se convertirá en su amigo: Pablo Neruda, exiliado de Chile por sus ideas comunistas.

Mario consigue un trabajo como cartero y su único cliente será Neruda, quien le enseñará el significado e importancia de las metáforas; el joven las usará para enamorar a Beatrice Russo, a quien no sabe cómo hablarle pues lo deja impactado la belleza y frescura de la chica.

"Il Postino" en el Teatro Juárez (Foto: Especial FIC)

Los puntos anteriores desencadenarán una historia de amor y momentos trágicos, de la recreación de la vida italiana en una isla bañada por el sol, de promesas políticas incumplidas, así como del placer por medio de la palabra para dar nuevos nombres al mundo.

La obra destaca por su producción, pues incluye plataformas móviles en el escenario, como el caso de los interiores y jardines de la casa de Neruda; el uso de distintas pantallas para remarcar los planos y atmósferas de lugares como un café, oficina postal, el muelle, la playa y la noche estrellada, además de proyectar fragmentos de poemas de Neruda, y películas de un Chile asolado por la represión.

Para este armado se mezcló el talento de los directores concertador y de escena, Israel Gursky y Ron Daniels, quienes armonizaron la reconocida ópera –cantada en español- que fue estrenada en México, en el Palacio de Bellas Artes, apenas el pasado 13 de octubre del año en curso.

De esta forma, la parte visual está llena de escenas atractivas como el pequeño viaje que hace Mario para grabar los sonidos de la isla y del corazón de su hijo para enviárselos a Neruda, pues el público se “sumerge” entre pantallas para imaginar que se navega en el mar.

Le sigue una manifestación final en donde se empalman tiempos y lugares distantes, para contar-cantar que el joven poeta ha sido asesinado al poco tiempo de nacer su hijo, mismo que llevará el nombre de “Pablo Neftalí Jiménez González”, en honor del hombre que lo inspiro para escribir sobre los pobres y débiles de la isla.

En la parte operística, resultan memorable los diálogos entre los tenores Vicente Ombuena e Israel Lozano (Neruda y Mario), cuyos potentes timbres y actuaciones logran transmitir el encuentro de dos vidas dispares: el poeta universal exiliado, conocedor del mundo y sus injusticias, y el del hombre sencillo que se siente atraído por el poder seductor de la palabra y que con ellas logra construir su propio mundo.

Al final, el público ovacionó largamente a los músicos y elenco, quienes agradecieron la buena recepción a la adaptación hecha por el mexicano Daniel Catán, quien falleció en abril pasado, por lo que también fue un homenaje póstumo para recordar su última obra y aportación a las artes.