Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

La letanía

Compartir

Aun cuando las generaciones jóvenes desconozcan su origen y significado, en esta semana se inicia el Novenario de las Posadas, tradición distorsionada por el consumismo, la imitación extralógica que ha cambiado momentos de reflexión y recogimiento por altos decibeles, alcohol y droga; capaces no solo de consumir cerebros o romper tímpanos sino, de avasallar una cultura que le dio importancia a la familia, valor a las actividades comunitarias y confianza ciudadana sin límites, que nos permitía decirle hasta al extraño, “mi casa es tu casa”. Con todo y la ausencia de devoción, la diversidad de fanatismos y la urgencia del humano del siglo XXI, por evadirse de la realidad en aras de los excesos o las “filosofías” en boga, bien nos vendría el hacer nuestra letanía a ver qué ser divino se apiada, mientras alguien ora por nosotros[1].

Que en el 2012 el gobierno del DF no inicie nuevas obras (ora pro nobis).

Que terminen los 20 proyectos que tienen a la ciudad desquiciada (opn).

Que los delegados arreglen las vías secundarias en vez de ofrecer dádivas a cambio de votos (opn).

Que se dé un manejo sano, civilizado y honrado a la basura, sancionando a quienes extorsionan y exigen prebendas a cambio de transportarla (opn).

Que los partidos políticos no llenen las ciudades, carreteras y cerros de propaganda (opn).

Que los parques sean zonas de esparcimiento para niños, jóvenes y adultos mayores y no estaciones de trasferencia de basura (opn).

Que SEDUVI reconozca sus errores y los corrija mediante acciones de lesividad (opn).

Que no se permitan negocios —ruidosos, de comida o de riesgo— en zonas habitacionales (opn).

Que se respeten las vías públicas y no sean exclusivas de comerciantes ambulantes (opn).

Que se les otorguen espacios dignos a los comerciantes informales y que en vez de cuotas a coyotes[2] paguen impuestos y servicios (opn).

Que las dependencias de salud impidan la venta de comida en la vía pública, para evitar enfermedades, accidentes y obesidad (opn).

Que el predial no sea confiscatorio e impagable y que se agilice la manera de cubrirlo (opn).

Que haya programas de poda de árboles, mantenimiento de banquetas, reposición de luminarias y en general ocupación de los funcionarios por el mobiliario urbano (opn).

Que el agua no sea un negocio concesionado a los cuates[3] y sí un verdadero, constante y racional servicio a la población (opn).

Que las tarifas por el servicio de agua sean justas, equitativas y no discriminatorias en contra de aquellos a quienes se les tiene envidia o se les considera contrincantes políticos (opn).

Que resuelvan en todos los niveles —federal, local y municipal— la crisis financiera bajando gasto corriente —sueldos, canonjías, viajes, comidas, celulares, etc.— ahorrando e invirtiendo en rubros productivos (opn).

Que se invierta en el campo, para lograr el regreso de migrantes, la reunificación de familias y la recuperación de la soberanía alimentaria perdida (opn).

Que la red de salud funcione de manera eficiente, sin que medie lucro indebido —lo mismo para funcionarios[4] que para vendedores de medicina e insumos— y que se sustente en una verdadera vocación de servicio (opn).

Que el sistema tributario tenga los dientes suficientes para obligar al que más gana a contribuir en mayor proporción que el asalariado (opn).

Que el nuevo gobierno tenga el valor y la inteligencia para poner límites a los poderes fácticos que han fomentado el miedo, el conformismo, el sometimiento y la gran disparidad social que nos agobia (opn).

Que se pondere la inversión en empresas productivas, la satisfacción del consumo interno, la mayor protección al industrial y comerciante nacional por sobre el especulador extranjero (opn).

Que algún ángel misericordioso impida la usura bancaria, el engaño de los capitales golondrinos y su explicable fuga cuando observan que ya no es posible robarnos tanto (opn).

Que los jóvenes tengan acceso a la educación de calidad y puestos de trabajo donde ejercer sus habilidades y que los no tan jóvenes puedan continuar apoyado el desarrollo nacional ocupando su experiencia en vez de ser excluidos (opn).

Esta letanía libre a la cual puede cada quien aumentar las peticiones que crea convenientes, puede decirla al inicio de su posada. Si la euforia consumista del buen fin, le dejó sin recurso para piñata, ponche o colación, no se preocupe, cargue sus peregrinos, cante los versos tradicionales en el nombre del cielo, platique con la familia, sus invitados o su vecinos y regálese un momento de serenidad, de amor y de buena voluntad, recordando que hace muchos años, el hijo de Dios, decidió nacer en un pesebre, para darnos la oportunidad de una vida trascendente. El cumpleaños es de ese niño, recuérdele con respeto, obséquiele lo que tenga, quizá mucho como los Reyes, tal vez poco o nada como los pastores, pero a fin de cuentas permítase Usted celebrar una verdadera Navidad, empezando por su particular y significativa posada.

*

[1] “ora pro nobis” se repite después de cada frase

[2] Líderes de agrupaciones, inspectores de vía pública, etc.

[3] Lo mismo empresas trasnacionales —que manejan su distribución o la venden envasada con o sin químicos— que piperos.