Candil de la Calle

Panismo sin panistas

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Las palabras son como las monedas,

que una vale por muchas como muchas no valen por una.

Francisco de Quevedo y Villegas

Gustavo Madero (Foto: Especial)

El 31 de diciembre, en ocasión de su asistencia a la toma de protesta de Arturo Núñez como gobernador de Tabasco —por el PRD, al menos hasta ahora—, le preguntaron a Diego Fernández de Cevallos si refrendó su militancia en el Partido Acción Nacional.

Evasivo como es, el ex candidato presidencial panista no dijo sí ni no. Pero en su estilo, dijo a los reporteros que mantenía la esperanza de que a la Iglesia católica no se le fuera a ocurrir que todos sus fieles debieran refrendar cada cierto tiempo la confirmación.

La ratificación de la militancia y de los socios adherentes de Acción Nacional pasó por alto el supuesto proceso de revisión que se vive al interior del partido. Varios militantes del viejo cuño han atendido este proceso con mucho más interés y mayor profundidad que una dirigencia abúlica, interesada en mantener un estado de cosas que a su vez, la mantendría al frente del Comité Ejecutivo Nacional. Esta dirigencia, presidida por Gustavo Madero, se muestra convenientemente desinteresada en airear los lodos y la pestilencia que subyace en el partido, a cuya descomposición y derrota electoral ha contribuido en mayor medida.

Madero ignoró las voces de varios de estos panistas, algunos de los cuales en su momento tuvieron responsabilidades en la elaboración de padrón en tiempos anteriores al arribo del blanquiazul a la Presidencia de la República. Es decir, cuando el arribismo deslumbrado por el oropel del poder no estaba en su apogeo, aunque ya incipiente por los primeros triunfos del panismo en algunos estados, Guanajuato entre ellos.

Estos panistas han mantenido un intenso intercambio de opiniones, enriquecimiento de propuestas y algunos advirtieron directamente a Madero de la inconveniencia de llevar a cabo el proceso de ratificación de la militancia y de los adherentes en estos momentos.

Otros le sugirieron hacer una compulsa o, de plano, auditar el padrón para detectar inconsistencias, como por ejemplo, ciertas afiliaciones masivas que inflaron el padrón en ciertos momentos en que el corporativismo se hizo práctica gracias a personajes como el ex gobernador Juan Manuel Oliva.

Uno de estos panistas, José Luis Luege, planteó a Madero hacer una revisión del padrón en gabinete, para confrontar las bases de datos. Especial preocupación, le hizo saber al presidente del partido, habría de tenerse con los socios adherentes. Pero Gustavo Madero simplemente no escuchó.

Estos panistas —entre los cuales se han integrado algunas corrientes de ex diputados, ex senadores y ex gobernadores— supieron que serían muchos los militantes que no llegarían al refrendo, desmotivados por la derrota electoral y por el ausente liderazgo actual en el CEN, por lo que ahora circulan entre ellos la idea de pedir a la dirigencia la revisión del refrendo, terminado el plazo para el mismo, para “recuperar” a quienes no cumplieron en un primer momento con este requisito.

Mal momento. Malas decisiones. Incapacidad de escuchar. Cerrazón. Crisis. El PAN atraviesa por todo ello junto.