Candil de la Calle

Delegados de a peso II

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Cuando oigas a un hombre hablar de su amor por la patria, es signo de que espera que le paguen por eso.

Henry Louis Mencken

El autor de la cita célebre que abre la columna de hoy fue un periodista. Estadunidense nacido en Baltimore, Henry Louis Mencken llegó a ser conocido como “El genio de Baltimore”. Su carrera periodística, su palabra crítica en pro de los derechos civiles, lo codeó con algunas de las principales plumas de la literatura de ese país en su tiempo, en la primera mitad del siglo pasado.

El profundo cinismo que encierra esta frase es vigente, tanto, hoy en día. En la reinstauración del priísmo presidencial, cuasi monárquico, desde el Partido Acción Nacional surgen las voces que reclaman la cortesía republicana del gobierno federal para con el gobernador Miguel Márquez Márquez, en el entendido de que éste tendría que dar algo así como el visto bueno, aprobar, palomear, los nombramientos de los nuevos delegados y titulares de las representaciones en Guanajuato.

Usanzas viejas adaptadas y adoptadas tras el aprendizaje de dos sexenios.

Más allá de esta diplomática solicitud, diputados como Diego Sinuhé Rodríguez Vallejo, nos obsequiaron sendas perlas que bien vale la pena retomar, como cuando afirmó, palabras más, palabras menos, que no se vale nombrar a los delegados “para pagar facturas electorales de la campaña” a militantes de su partido, el PRI.

No hay manera de pasar por alto la posición “puritana” (el entrecomillado es una manera sutil de suavizar la doble moral que acompañó y acompaña a algunos panistas en el ejercicio del poder público o de los cargos de representación popular) expresada en la conferencia de prensa que ofrecieron los diputados federales de Acción Nacional por Guanajuato, para “sugerir” al gobierno de Peña Nieto que los perfiles de los nuevos delegados obedezcan a la capacidad, la ética y la experiencia en las áreas a donde sean designados.

O sea, no como Claudia Navarrete Aldaco en la delegación de la Sedesol. O como el persistente propósito de coto familiar que el diputado —presidente de la Cámara— Francisco Arroyo Vieyra se empeña en conformar con él en el Congreso federal, su hija Éricka en el Congreso del estado y su yerno Sergio Santibáñez en la Secretaría de Organización del PRI estatal y ahora, como se supone que ocurrirá, en la delegación de Economía, en donde entraría al relevo de José Mendoza Márquez, ex alcalde de Celaya y ex Secretario de Desarrollo Económico del estado, por cierto.

(Flaco favor le hace al diputado Arroyo su afán).

De esas dimensiones es el jaloneo que persiste, en los últimos minutos en que debe definirse los relevos de varias delegaciones, entre el priismo guanajuatense, la dirigencia nacional y Gobernación-Hacienda. No es gratuita la visita que por estos días hacen o harán el delegado del CEN en Guanajuato y el ex coordinador de campaña de Peña Nieto en la entidad, Guillermo Ruiz de Teresa (ahora director de Aeropuertos y Servicios Auxiliares, ASA), pues hay que calmar ánimos, colmar compromisos y culminar la operación cicatriz entre los que se quedarán fuera… al menos por ahora.

En la lista aún permanecían, hasta nuevo aviso, ejemplos de todo tipo de perfiles e historiales: el ex alcalde de la capital Edgar Castro Cerrillo, el ex alcalde penjamense Marcelino Elizarrarás; el dirigente de la CTM Hugo Varela; el ex alcalde de Yuriria Lorenzo Chávez Zavala; el ex dirigente José Luis González Uribe y el ex candidato a la Alcaldía de Irapuato, Félix Servín. Hasta Juan Antonio Araujo Urcelay, desertor temporal durante el trienio de Rafael Villagómez con el PRD, hace su luchita y mueve los viejos hilos del dinosaurismo reinstalado para ver qué alcanza.

El que se mueve no sale en la foto.