El Laberinto

El hombre como medidor

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Protágoras (Foto: Especial)

Hace algunos días, navegando en la web, encontré un video que, aunque suene tonto, esclarecía una duda que tenía desde pequeña y es: ¿cómo beben agua los perros? Al verlo quedé sorprendida, pues el movimiento de lengua que se lleva a cabo para tal efecto es hacia atrás, cosa humanamente imposible y que por lo tanto, me pareció rara y antinatural.

Partiendo de esta sosa experiencia, me puse a pensar en cuántos problemas y malos entendidos nos puede provocar el usarnos a nosotros como medida de todas las cosas, y los resultados de mis elucubraciones me han dejado francamente sorprendida.

Resulta que a nivel especie nosotros juzgamos al resto de los pobladores del planeta con nuestros propios parámetros, así vemos consecuencias simpáticas de esta humanización como son el Reino del Suricato donde los productores de Animal Planet le atribuyen a estos animalitos sentimientos como son los celos, el odio, el despecho y la búsqueda de poder, entre otros. Pero también tiene consecuencias muy graves, cuando por ejemplo, una persona maltrata a su mascota pensando que ésta se comporta mal porque está en su contra, esperando una higiene que no le corresponde o creyendo que la mascota nos entenderá si hablamos tranquilamente con él; en fin, castigar al perro por el simple hecho de serlo.

Pero esta intolerancia no se queda tan sólo en nuestra relación con otras especies, los rasgos culturales de cada grupo también se toman como la regla y eso resulta en discriminación, colonización, falta de comprensión y pésimas relaciones, y aún entre personas con la misma lengua, religión o prácticas culturales, las diferencias de edad, nivel económico, educación o sexo rara vez son tomadas en cuenta al relacionarnos con los demás. Esto queda muy claro, por ejemplo, cuando intentamos que los niños se comporten como adultos, que los mayores olviden los valores morales con los que crecieron o imponerle a la pareja nuestras creencias o expectativas.

Nos decía Protágoras que el hombre es la medida de todas las cosas, todas la explicaciones que tenemos sobre el mundo provienen de otros seres humanos, tal vez porque hasta donde sabemos, somos la única especie que es capaz de reflexionar sobre su condición y sobre su entorno. Esta generalidad, si se toma en un sentido amplio, puede ayudarnos a crear empatía con los que son diferentes a nosotros, cuando dejando de lado las características secundarias nos centramos en lo que nos hace humanos a todos, como es el comer, descansar, protegernos, agruparnos, reproducirnos, tener certezas sobre el futuro, etcétera, y mal que bien, siempre se cumplen.

Con la vara que mides serás medido y si tú eres la única vara que utilizas estás cerrando el panorama a toda una gama de posibilidades, de matices y de formas de relacionarte con el mundo, no necesitas salir del país, ni de tu colonia, ni de tu casa para encontrar diferencias, tan sólo basta con salir de ti mismo.