Bajó la calaca al valle
de los cerros verdes y mojados
cuando encontró en la calle
a unos turistas rezagados.
Les dijo “Hola visitantes,
escaparon de la barredora
pero no saldrán triunfantes
de mi guadañara aniquiladora».
Ellos le dijeron con temor
aquí solo estamos de paso
llévate al Gobernador
antes que lo haga el fracaso.
Y la muerte se fue veloz
al palacio de gobierno
pero notó algo atroz:
era más grande que el infierno.
Pero perdió la calma
cuando vio la cosa en tal estado:
la flaca no tenía ningún alma
y mucho se había ya tardado.
Se fue diciendo maldiciones
pero va a seguir rondando:
cuídense de las inundaciones
que las presas se están llenando.