Candil de la Calle

Salvador Nava. Cien años

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No existe suficiente dinero para que me compren a mí y al pueblo de San Luis Potosí.

Doctor Salvador Nava Martínez

(Foto: Especial)

El 7 de abril se cumplieron cien años del nacimiento del doctor Salvador Nava Martínez, el oftalmólogo potosino que de brindar atención gratuita a los pacientes sin recursos, optó por servir de otras maneras a los habitantes de su estado, con un liderazgo extraordinario por único y por su tamaño.

Sería cobarde que por estos días quienes fueron sus opositores en el autoritario régimen priista, tan reinstaurado como si nada, se atrevieran a poner en entredicho la autenticidad del prócer potosino.

En la memoria de los habitantes del vecino estado y de muchos ciudadanos de este país figura un hombre honesto, firme en la defensa de la elección ciudadana y la democracia, del municipio libre y del ejercicio auténticamente transparente de los recursos públicos en las dos ocasiones en que fue presidente municipal de la capital potosina.

El fin de semana, en vísperas de ese aniversario, se dio inicio a una serie de eventos conmemorativos del centenario del hombre que marchó desde San Luis Potosí con destino a la Ciudad de México con el único propósito de rechazar la imposición fraudulenta de un gobernador enviado por Carlos Salinas de Gortari, el infausto Fausto Zapata, colaborador de Echeverría y López Portillo.

La figura del doctor Nava no pierde dimensiones al paso de los años. Se le recuerda, se le cita y se le promueve como un hombre que logró reunir en torno suyo, por primera vez en la historia moderna de México, a fuerzas tan opuestas como la izquierda —entonces con Cuauhtémoc Cárdenas al frente— y el panismo, cuyo perfil fue rechazado por el PRI caciquil de Gonzalo N. Santos (mandamás de ese entonces) para representar a este partido en diversas contiendas electorales, y posteriormente motivo de persecución, represión, castigo y tortura.

Alfonso Corona del Rosal le hizo la oferta monetaria. Carlos Salinas de Gortari le propuso la negociación espuria. El panismo de Diego Fernández de Cevallos acabó dándole la espalda, perfilada ya la alianza perversa con el salinato.

Salvador Nava marchó, estuvo preso en Lecumberri, fue torturado; se convirtió en alcalde, reclamó los recursos que le eran negados en represalia.

Los hombres potosinos gritaban con él “Nava vive, la lucha sigue”, y las mujeres potosinas golpeaban las cacerolas afuera del Palacio de Gobierno para impedir el acceso de Fausto Zapata, quien sólo gobernó por dos semanas antes de que fuera obligado por Salinas a renunciar.

Conchita Calvillo, su esposa, caminó con él, luchó con él, y a la muerte del doctor, el 18 de mayo de 1992, continuó en la batalla democrática, en las calles, estuvo en Chiapas cuando el Movimiento Zapatista. Resistió y resiste hasta la fecha.

En el actual centro cultural del estado se inauguró, con motivo de este centenario, una exposición fotográfica con imágenes de las distintas etapas del navismo, hasta la muerte del médico. Este edificio fue hasta hace pocos años, la penitenciaría estatal.

Ahí estuvo encarcelado Francisco I. Madero, cuya celda es hoy señalada como escenario histórico.

Ahí estuvo también preso el doctor Salvador Nava. Pero su celda no tiene un letrero, una ficha, porque los gobiernos actuales no lo quieren recordar y no quieren que se le recuerde.

Porque son iguales que aquéllos contra los que marchó, protestó, convocó y encabezó los movimientos que llevaron a todo el país los frentes cívicos.

Ciudadanía organizada es lo que falta.

Partidos políticos sobran.

Nava vive.