La vida sigue siendo lo que es, una serie de acontecimientos que se cruzan.
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Otro sol que sale al amanecer y se oculta después del ocaso.
Otra caricia del aire entre mis cabellos y otra vez los minutos que se resbalan entre mis dedos.
Otra vez el agua, corriendo por el río y los peces yendo y viniendo,
de nuevo las hojas del árbol cayendo, de nuevo yo aquí escribiendo.
Otra vez la vida caminando por la banqueta,
aunque no estés aquí, aunque ya no vuelvas.
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Te espere sentada. Miré en total setenta y siete atardeceres, contando el de hoy, mientras pensaba en ti y quiero darte gracias a pesar de todo pues, sí en mí hay algo de poesía aún, es debido a este amor no correspondido.
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Cuando nada alcanza, ni siquiera el amor, es tiempo de renunciar…