El Laberinto

Más vale una vez colorado, que ser la negra

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Personas que organizan fiestas y se quedan con kilos de comida para los ausentes, misioneros religiosos asoleándose en un portal en el que no abren para la cita prometida, hombres y mujeres “frienzoneados” que siempre están intentando enamorar a alguien con migajitas de esperanza, cobradores colgados del teléfono, personas esperando impacientes un favor, vendedores que se quedan con su mercancía apartada y sin salida, desempleados aferrados a un “nosotros le llamamos” todos son víctimas de “La Negra”.

Le llamo “La Negra” a la costumbre que tenemos todos de aplicar el verso del famoso “Son de la negra” de “a todos diles que sí, pero no les digas cuando”; decimos que si para salir del paso pero sin el propósito de cumplir o a veces con buenas intenciones que se desvanecen en las circunstancias y las cuales ya no rectificamos. O peor aún: decimos que sí como plan de respaldo y tenemos nuestra mesita llena de velas encendidas iluminando a la nada.

Los mexicanos tenemos pavor a decir que no, sea la por razón que sea, y muchas veces pensamos que las respuestas negativas están peleadas con la cortesía, pero yo me pregunto: ¿hay algo más grosero que hacer a las personas perder tiempo y recursos? Sinceramente no lo creo.

Un NO dicho amablemente, con motivos bien planteados y sobre todo a tiempo, en caso de un ofrecimiento o un favor, es un signo de cortesía hacia el que ofrece o pide, pues le da la posibilidad al otro de buscar otra persona más dispuesta; es más, aunque no nos importen los demás, el NO garantiza tranquilidad a futuro en lo que se refiere a búsquedas y reclamos de los afectados de un SI irresponsable.

Mejor pensemos en otra parte del famoso son y tratemos de evitar ser la “negrita de los pesares” de algún incauto, pues ese bronceado y sospechoso color (como las negras intenciones) solo dura hasta que tenemos que dar la cara y nos volvemos blancos como el papel o como los enfermos. Mejor ser colorado una vez y mostrarle nuestras chapitas al mundo que son la señal inequívoca de la vitalidad, como bien dice el refrán: “más vale una vez colorado que cien descolorido.