Histomagia

Naturalización y naturaleza

Compartir

Guanajuato es tierra propia Foto ArchivoGuanajuato es una ciudad que se caracteriza por ser cosmopolita propia, pues las personas originarias de aquí que han emigrado a otros países, por estas fechas regresan para saber de sus familiares de sangre, amigos y amores que han dejado aquí desde hace muchos años. Cada vez que los vuelves a ver, sus ojos brillan como si se llenaran de conocerte, reconocerte y reconocerse, en las pláticas llenas de añoranza de los años pasados, pero así también en las centradas en una realidad que a veces quisieran fueran más fictivas.

Es mágico verlos volver, regresar a la ciudad que los vio nacer y sentir que ella no los olvida, viven aún en las casas solitarias que esperan con ansia su llegada para dar cuenta de que son parte de su historia aún en la distancia al estar en Europa, Estados Unidos de Norteamérica, Cono Sur, África, etc. y en una ciudad que se alimenta en gran parte del turismo, ellos, los que son de aquí en carne, llegan siendo de otros lares en carné, por papeles que sí constatan su naturalización, no su naturaleza, la naturaleza mágica que radica en el ser de aquí.

Pero eso sí, las cosas que no se les olvidan son las vivencias sobrenaturales aquí en sus casas, en los cerros, en las plazas, en los callejones de Guanajuato. Un amigo me cuenta que cuando estaba niño, siempre, al pasar por el Callejón de la Condesa, se encontraba con una mujer que lo veía de manera muy maternal y que los seguía con la vista hasta que él se alejaba temeroso de que los siguiera. Siempre, siempre la veía. Un día le comentó a una de sus maestras el caso, ella le dijo que en ese callejón habían dejado a un bebé  recién nacido una noche de invierno y que a pesar de ser rescatado, no sobrevivió. Se dice que esa mujer es la madre que abandonó a su hijo y que, en cada niño que ve, espera encontrar la mirada de amor que nunca podrá ver en su hijo muerto. El caso es que la maestra le pidió al niño que cuando la volviera a ver, le dijera que él no es su hijo, que la bendecía y perdonaba para siempre. Y así fue: el niño la volvió a ver y exactamente hizo lo dicho. La mujer, con mirada de felicidad, se fue caminando entre los callejones y desde ese día jamás se le ha vuelto a ver. Esas épocas eran cuando recién se abrió la Calle Nueva, ahora llamada Subterránea Miguel Hidalgo.

Me place recibir a mis amigos que traen aires de otros cielos, que ven el mundo nuestro con cierta ajenidad porque ellos saben que no pueden quedarse aquí, que necesitan regresar a la patria que los acogió en momentos profundos de su vida. Es increíble cómo al abrazarlos sientes su fuerza, su perfume, su aroma que se queda contigo por días en tu mente y ahora tú eres quien evoca el sentir de nuevo su calidez, su amor por ti y su terruño, la felicidad que es auténtica y que cierra el ciclo de extrañar algo y a algunos. No, no es como la muerte, es más bien como la manera en que el mundo nos dice que estemos donde estemos el amor a tu propia piel, a tus orígenes, está por siempre.

Así es, lo que se vive aquí en esta ciudad es difícil de olvidar, por eso, cuando vengas y pases por cada callejón, plaza o subas cualquier cerro, alguien te podrá sacer de la memoria colectiva historias tan difíciles de creer, pero que para quienes las vivieron son una realidad aún en sus recuerdos. Además, la ciudad entera te abraza, te acoge de una manera fascinante que en verdad no la podrás olvidar, te encanta, pero no me creas, mejor ven, lee y anda Guanajuato.