El Laberinto

El pensamiento mágico

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ESPACIOPara el filósofo Augusto Comte (1798-1857) la humanidad pasaría por tres etapas de generación de conocimiento y aproximación con el mundo circundante: la teológica, donde todos los hechos se atribuyen a la voluntad de seres sobrenaturales, muy similares a los seres humanos en cuanto a su proceder pero con poderes mágicos; la metafísica, cuando estas fuerzas pasan a ser una abstracción que se escapa de nuestro entendimiento; y la positiva, donde todo tiene causas lógicas e identificables a través del método científico, lo que representaba el triunfo de la razón, pero el mismo autor acabó por encumbrar a la ciencia como una deidad, echando por tierra todo su planteamiento.

Lo cierto es, y para saber esto no se necesita ser científico social, que todos estos tipos de pensamiento coexisten en todos nosotros la mayor parte del tiempo: leemos nuestro horóscopo en el celular, nos encomendamos a un santo mientras manejamos un auto o le buscamos explicaciones trascendentales a nuestras desgracias, porque nos rehusamos a creer que estas solo pasan porque si, y es que hay tres poderosos factores que actúan contra nuestro pensamiento científico, los problemas cotidianos, lo que aun se escapa al entendimiento y la incertidumbre ante el futuro.

Sobre el primero y el segundo factor los investigadores trabajan todo el tiempo buscando solución para nuestros problemas y dándole respuesta a los grandes misterios, pero ante el tercero no hay mucho que hacer desde el punto de vista científico y se agrava conforme nuestro mundo se hace más complejo, además el hecho de que existan soluciones o respuestas no quiere decir que necesariamente lleguen a todas las personas.

El remedio contra la falta de difusión y distribución del saber y la tecnología y la única protección ante el futuro se encuentra en las relaciones sociales. Pensándolo de este modo, no importa mucho si creemos en dioses, fuerzas o máquinas, siempre y cuando nos ayuden a acercarnos con nuestros semejantes.