Histomagia

También en los hoteles

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(Fotografía de Paul Morin)
(Fotografía de Paul Morin)

En estos días Guanajuato está de fiesta, la edición XLIII del Festival Internacional Cervantino hace gala de su presencia y nos da la oportunidad de conocer, de manera cercana, otras personas, otras culturas, otras sensaciones, otros seres… Esta ciudad cosmopolita puede hacer que nos enamoremos de ella por la forma misteriosa en que se nos presentan relatos que uno ni veía llegar.

Cuenta una buena amiga que trabaja en un hotel de esta ciudad, que muchas de las veces quienes nos visitan no necesariamente están vivos; ella ha visto cómo algunos de los huéspedes vienen acompañados, ya sea de energías o de seres fantasmales. Ella nos dice que tal vez sean familiares de los mismos huéspedes que los acompañan pese a que estén ya muertos, pues los cuidan para que otros seres de oscuridad no se les acerquen. También relata que algunas veces sombras nocturnas están en el mismo hotel y se pasean de pared a pared traspasándolas; otras veces, los huéspedes sienten cómo les toman las manos cuando están dormidos, les acarician el pelo o los pies como dándoles un masaje y también se han dado cuenta que les cambian de lugar sus objetos personales.

Una alumna mía me ha contado que, por estas fechas, ella ha sufrido embates de este tipo en el hotel que es propiedad de una de sus tías; ella me cuenta que una vez que estaba muy cansada, pidió permiso a su tía para tomar una siesta en uno de los cuartos contiguos a la recepción, su tía le otorgó el permiso y ella ni tarda ni perezosa se dispuso a dormir. En esas estaba cuando sintió un frío que le calaba hasta los huesos, ella lo atribuyó al frío que en octubre hace en la ciudad, pero, súbitamente, sintió que unas manos cálidas, más cálidas que el ambiente, comenzaban a masajear sus pies, ella pensó que era su tía y se dejó hacer el masaje. De repente, esas manos comenzaron a sentirse cada vez más frías y que crecían gradualmente, por lo que ella se extrañó de la fuerza que le provocaba más y más dolor, tanto así que ella comenzó a sentir como esa persona comenzó a torcerle de manera grotesca y dolorosa sus pies, al grado que ella, ya muy molesta y adolorida, decidió levantarse y pedirle a su tía que se fuera que la dejara dormir. Cuál fue su desconcierto al darse cuenta que con ella no estaba nadie, no había nadie en ese cuarto, pero sí observó en sus pies los moretones de unos dedos muy grandes marcados en sus tobillos. Asustada, se sienta, dobla sus rodillas y recorre sus pies hasta su pecho y se mueve hasta la cabecera de la cama observando sangre en la colcha, así se da cuenta de una profusión de rasguños en su piel, rasguños profundos que aún sangraban. Horrorizada grita desesperada y una sombra sale de la cabecera de la cama, la abraza ajustándola a la misma, le tapa la boca y ella, en el colmo del terror, intenta librarse y ve que por la puerta cerrada, entran muchas más sombras rodeándola, queriendo entrar en su cuerpo. Con los ojos desorbitados y con lágrimas, ella me cuenta que sólo atinó a recordar incompleta una oración pidiendo ayuda al Creador, al instante esas sombras la dejaron libre, momento que aprovechó para salir corriendo, abrazar a su tía y contarle lo sucedido. Su tía de inmediato va a ese cuarto y sólo logra ver cómo una mancha negra en la pared, se va difuminando poco a poco hasta no quedar huella de lo sucedido. Todo limpio.

Desde ese día, mi alumna no se para ni por asomo en ese hotel, que hoy, es fecha que se ocupa a su máxima capacidad, donde es claro que alguno de los turistas tendrá un masaje de pies gratuito en su paquete todo incluido.

Ojalá y cuando vengas, puedas vivir alguna de estas experiencias extremas en algún hotel mágico. Ven, lee y anda Guanajuato.