Candil de la Calle

Clinton vs Trump

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Híjole. Si los malditos pronósticos no les fallan, los estadunidenses podrían verse obligados a elegir a su próximo presidente entre Hillary Clinton y Donald Trump.

Acabáramos. Todos queremos a Hillary de vecina.

¿O no?

Mejor aún: nadie en su cabal juicio de este lado del charco estará pensando en dar saltos de alegría si el candidato del Partido Republicano es el empresario Trump. Y mucho menos, si éste llega a ganar la elección presidencial estadunidense.

Este martes fue en Estados Unidos el Súper Martes. Ambos precandidatos, Hillary Clinton por el Partido Demócrata y Trump por el Partido Republicano, compitieron en las internas de sus partidos en varios estados de la Unión Americana y lograron ventajas que los están perfilando para la recta final.

Estados con muchos delegados (electores) les favorecieron a ambos en el Súper Martes. Hillary salió victoriosa en Texas, por ejemplo.

En Texas, los votos de los republicanos no fueron para Trump, sino para Ted Cruz, de origen hispano y oriundo de ese estado, quien también ganó en Oklahoma.

Para un estado como el nuestro, en el que las familias se parten y se comparten entre nuestro territorio y el estadunidense, el rumbo de la elección presidencial en aquél país es definitivamente un asunto de primera importancia, amén de lo que para México y los mexicanos puede significar lo que hasta ahora Trump nos ha anticipado sólo en algunos pincelazos no exentos de absurda xenofobia, discriminación y estupidez, por decir lo menos.

Ambos aspirantes se han lanzado varias pullas directas a lo largo de estos meses de definición de candidaturas. Clinton ha dicho que el discurso de Trump no podría ser más bajo. Trump ha dicho que Clinton tiene mucho tiempo ocupando cargos y que si no ha logrado enderezar el barco, ya no lo logrará.

Me pregunto a qué hora comenzarán a correr las ratas del barco una vez que alguien como Trump —si es que sostiene su discurso intolerante o lo multiplica— se suba como capitán.

Los propios dirigentes republicanos y los demás aspirantes que compiten por la candidatura de este partido están con los pelos de punta. Hasta el ex presidente Vicente Fox, que ordinariamente no tiene muchas cosas racionales por decir, tronó contra esa descabellada (ídem) idea del muro fronterizo construido y pagado a costa del dinero mexicano, discurso que Trump ha sostenido aquí y allá.

Aunque las suspicacias se despiertan cuando surge la pregunta: ¿Si tanto les preocupaba, cómo es que lo dejaron crecer y crecer hasta alcanzar los espacios en los que se desenvuelve ahora?

Algunos analistas sugieren que los republicanos se confiaron y porfiaron en que Trump se desinflaría tan rápidamente como lo infló su lengua. Esto no sucedió y el candidato que lanza hablantinas en contra de los mexicanos, hispanos, musulmanes, ha apelado a los más enterrados rescoldos del conservadurismo xenófobo para ganar adeptos.

Y sí. En el país de las libertades, la democracia, el amor libre, defensor de la paz mundial y héroe del resto del mundo, una paradoja más se suma (a todas las anteriores) con el escenario que se avizora.

Clinton vs Trump.