Ecos de Mi Onda

Caminante no hay camino

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Como un camino en otoño: tan pronto como se barre, vuelve a cubrirse de hojas secas.

Franz Kafka

 

Recordando que un 26 de julio de 1875 nació el gran poeta español Antonio Machado, de inmediato me vino a la mente la canción Cantares, incluida en el álbum Dedicado a Antonio Machado, editado en 1969 y que incluía doce canciones basadas en poemas de Machado, entre las que destacaron también He andado Muchos Caminos, La Saeta, Las Moscas, Retrato, canciones excelentemente adaptadas con breves pero sustanciosas frases del mismo Serrat, como la que hace alusión al destierro del poeta intimista: Murió el poeta lejos del hogar
le cubre el polvo de un país vecino al alejarse le vieron llorar, caminante no hay camino
; así como de Alberto Cortez. Este disco recibió elogiosas críticas y fue muy bien recibido por el público y esta evocación por parte de Serrat, constituyó un renovado impulso a la lectura de la obra del escritor sevillano.  

imagesEl concepto de camino resulta muy sugestivo, ya que nos ofrece la oportunidad de recrear emociones intensas, íntimas y compartidas. El camino es metáfora de la vida misma, la mía y la tuya y la de los que nos acompañan al menos por un momento en el trayecto, el avance sin retroceso en el tiempo. El camino es la búsqueda de las aspiraciones elementales del ser humano, la verdad, el amor, la libertad, la felicidad, la amistad entrañable, la dignidad y la realización personal. Uno busca lleno de esperanza el camino que los sueños prometieron a sus ansias, escribió el compositor Enrique Santos Discépolo en su inolvidable tango Uno, que musicalizó Mariano Mores. El camino es el andar que conduce a un destino y a los linderos de la vida con la muerte. No hay camino que no tenga fin, sentenció Séneca.

Los poetas son prolijos con la idea del camino y Antonio Machado lo hizo de una manera excepcional en varios de sus poemas, resaltando, entre otros, precisamente los que dieron forma a la canción de Serrat, incluidos en su poemario Proverbios y Cantares:

I . Nunca perseguí la gloria / ni dejar en la memoria / de los hombres mi canción; / yo amo los mundos sutiles, / ingrávidos y gentiles / como pompas de jabón. Me gusta verlos pintarse / de sol y grana, volar / bajo el cielo azul, temblar / súbitamente y quebrarse. 

XXIX. Caminante, son tus huellas / el camino, y nada más; / caminante, no hay camino, / se hace camino al andar. Al andar se hace camino, / y al volver la vista atrás / se ve la senda que nunca / se ha de volver a  pisar. Caminante, no hay camino, / sino estelas en la mar. 

XLIV. Todo pasa y todo queda; / pero lo nuestro es pasar, / pasar haciendo caminos, / caminos sobre la mar.

Machado hace un llamado a la humildad sincera y pacificadora, a la hermandad sellada por la vida misma entre los seres humanos que compartimos la misma hora en el reloj de la parroquia, que tañe cada quince minutos para recordarnos que la existencia es efímera y que la trascendencia reside en trastocar el alma para que vuele y vislumbre, interprete, intuya, los privilegios y los compromisos de vivir al mismo tiempo, de concurrir y andar los mismos caminos en el espacio y el tiempo, los mundos sutiles como pompas de jabón. Es el avance audaz en el camino desconocido para sembrar las señales de los peligros y de las angustias, para evitarle penas al que las sigue. Todos hacemos caminos, todos vamos dejando una huella, tal vez indeleble, tal vez transitoria como las estelas en la mar. Pero me agrada que caminemos juntos, bien pudo decir Machado y pensar, como William Thackery, cuando camino contigo me siento como si tuviera una flor en el ojal. Antonio Machado se vio forzado al destierro y al alejarse de España, lo vieron llorar. Su mundo sutil, ingrávido y gentil se vino abajo en Francia, en 1939, quizá soñando la senda que nunca volvió a pisar.

La evocación de la idea del camino, me llevó a recordar a otro afamado poeta español, León Felipe, nacido en una región zamorana el 11 de abril de 1884. Farmacéutico de profesión y luego trashumante, desde cómico en una compañía de teatro, hasta bibliotecario en Veracruz y profesor de literatura en la Universidad de Cornell en los Estados Unidos, un Romero Solo,  cruzando siempre por caminos nuevos, que no le hacen callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, ligero, siempre ligero. Regresó a España durante la Guerra Civil Española para apoyar, como Machado, la causa republicana, lo que finalmente le forzó a exiliarse definitivamente en nuestro país desde 1938, donde continuó trabajando en su magna obra poética, falleciendo en su segunda patria el 18 de septiembre de 1968.

Con León Felipe el camino encuentra rasgos del dolor por la derrota, del llanto por el exilio, del caminar errante de pueblo en pueblo, de los días que se alargan cuando se busca la justicia y la libertad perdida, pero de una forma estética y cautivadora, aun cuando algunos poemas se encuentren llenos de fatalismo, o de gritos injuriosos de rebeldía que más bien parecen oraciones implorando esperanza. Lo leí en su Nueva Antología Rota, editada en 1974, de la que me impresionó el poema ¡Qué Pena!, escrito en 1920 e incluido en su primer libro Versos y Oraciones del Caminante. Versos sencillos, que en el manifiesto desaliento, resulta toda una experiencia estética:

images (1)¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas / y siempre se repitieran / los mismos pueblos, las mismas ventas, / los mismos rebaños, las mismas recuas! / ¡Qué pena si esta vida tuviera / -esta vida nuestra- / mil años de existencia! / ¿Quién la haría hasta el fin llevadera? / ¿Quién la soportaría toda sin protesta? / ¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra / al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha? / Los mismos hombres, las mismas guerras, / los mismos tiranos, las mismas cadenas, / los mismos farsantes, las mismas sectas / ¡y los mismos, los mismos poetas! / ¡Qué pena, / que sea así todo siempre, siempre de la misma manera! 

La profecía perpetua de lo reiterativo, de no despertar de esa aparente enajenación que le da albergue a las injusticias, a las inequidades y al abuso de quienes asumen el mando con base en la fuerza que impera sobre los sentimientos nobles y sobre la razón humana. Pero es la misma poesía la que trata de rescatar los rasgos generosos que habitan en el fondo de los corazones, tratando de mirar el entorno con un toque de optimismo, aunque ya no se sienta el corazón, como lo hace Machado:

Yo voy soñando caminos / de la tarde. ¡Las colinas / doradas, los verdes pinos, / las polvorientas encinas!  / … / ¿Adónde el camino irá? / Yo voy cantando, viajero / a lo largo del sendero… / —La tarde cayendo está—. / «En el corazón tenía / la espina de una pasión; / logré arrancármela un día, / ya no siento el corazón.»

En la construcción de las alegorías del poeta nayarita, Amado Nervo (nace un 27 de ahosto de 1870 y fallece en Montevideo, a la edad de 49 años, el 24 de mayo de 1919), el alma encuentra reposo y consuelo, aun después de grandes sufrimientos. El poeta perdió a su padre siendo apenas un niño, luego vino el suicidio de su hermano y la vida lo llevó por el mundo, a veces con bonanza, a veces con carencias. En París no sólo  se relaciona con Verlaine, Oscar Wilde, Leopoldo Lugones y Rubén Darío, sino que conoce también al gran amor de su vida, llena de gracia como el Avemaría, Ana Cecilia Luisa Daillez, con quien convivió de 1902 a 1912, año en que su Amada Inmóvil muere de fiebre tifoidea en Madrid, dejándolo en el total abandono existencial, sufriendo la amputación más dolorosa de sí mismo.

Su poema Vida, también hace referencia al camino, con un tono de mística resignación, hace las paces con la vida y parece replegarse para descansar de la ruda jornada:

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, / porque nunca me diste ni esperanza fallida, / ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; / porque veo al final de mi rudo camino / que yo fui el arquitecto de mi propio destino; / que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, / fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: / cuando planté rosales, coseché siempre rosas. 

…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: / ¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno! /

Hallé sin duda largas las noches de mis penas; / mas no me prometiste tan sólo noches buenas; / y en cambio tuve algunas santamente serenas… / Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. / ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Antonio Machado, León Felipe, Rubén Darío: Poesía sencilla, intimista, bordada de emociones genuinas, desbocadas, taciturnas, nostálgicas, místicas, dolientes, apagadas, violentas, resignadas. La vida, el camino transitado, los parajes y la gente, el olor de la tierra, la fresca sombra del árbol, las experiencias felices y también las amargas, la cálida flama amorosa, y el final del camino. En el polvo eres y en polvo te convertirás se concentra el destino, pero la obra de los poetas nunca dejará de flotar en el ambiente, ingrávida y gentil, como pompas de jabón.