Entre caminantes te veas

CAMINANTE NO HAY CAMINO…

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Ser un caminante más en esta vida, no es tan fácil como pareciera. Hay ocasiones en que caminar es toda una proeza.  Para Sara hacerlo significó lidiar con sus propias fuerzas, con su interior, con la esencia de su espíritu que estaba moribunda…porque no hacerlo no era una opción válida. Nunca lo es cuando se tienen hijos.

1236364_603548689704082_898985822_nNo queda más remedio que mover una pierna y después otra hasta que el paso se completa. Pero el camino no es el mismo que siempre sucumbió ante sus pasos; ahora es sinuoso, lleno de pantanos, de barrancas y peligros. Es un camino oscuro, solitario y además cuesta arriba. Y sin embargo, no hay opciones. Una madre divorciada, que además es caminante solamente tiene una alternativa: ¡Caminar! Porque los hijos están mirando, porque sabe que si lo consigue y logra avanzar hasta que la cuesta termine y todo vuelva a ser plano, liso y sin peligros estarán del otro lado. Del lado del arcoíris.

¿Pero cuánto más falta para poder llegar hasta ese otro lado? Desde que ella guía a los niños y decide los pasos que debe dar hay tantas cosas y personas que se han quedado atrás. La visión del refrigerador vacío y la alacena con las provisiones  del  mes se antoja como una postal lejana, un simple sueño que quizás nunca se podrá alcanzar. Ya no recuerda lo que es bañarse en regadera –el gas hace meses que se terminó y no hay para comprar más-.  El dinero, como llega, se va. Y nunca lo hace dejando la totalidad de cuentas pagadas, siempre queda alguna, nunca falta la que no alcanzó a cubrirse. Nunca como ahora, miró tantas espaldas, la mayoría de sus “amigas  que eran como hermanas”.  Ese puesto en el  trabajo por el que tanto se esforzó,  se perdió entre la indiferencia de quien solamente mira los números y no las almas ni los dolores. Y cuando al fin termina su jornada de 20 horas continuas, llega a una cama dolorosamente vacía. De pronto, todo lo que se tiene para salir adelante está contenido en esas dos manos con cinco dedos, en esas rodillas que no pueden ni deben doblegarse aunque a veces el deseo por caer sea tan grande,  demasiado profundo, casi una necesidad.

Y sin embargo, al ver su sombra proyectada en el suelo mientras avanza, destacan las otras dos figuras asidas a cada una de sus manos. Durante dos décadas la sombra avanzó en solitario, pero no es así ahora.  Además de sus dos hijos, hay otros elementos en el camino que la ayudan a continuar, nuevos amigos más sinceros y valiosos que los otros que resultaron ser de ocasión. No hay trabajo para ella en ninguna empresa, oficina o negocio; pero hoy sabe que tiene sus manos, su cerebro, su corazón y sus ganas, y que estos simples elementos han bastado a lo largo de la historia para erigir pueblos enteros que después fueron civilización.

Es ahí cuando el caminar se hace más firme, la cuesta se antoja menos empinada y la sonrisa corona el rostro bañado de sudor que refleja el cansancio de tantos días en pie de lucha y tantas noches en vela intentando crear puertas que no siempre se han abierto.

Sara sabe que todos los caminos, tarde o temprano, llegan a un destino y que el suyo será feliz indudablemente…muy feliz. Porque ha sido honesta, porque ha amado con todas sus fuerzas, porque se entrega por sus hijos, porque se quiere y está orgullosa de seguir en pie a pesar de todo…Porque simple y sencillamente ¡Lo merece!