El Laberinto

¿Democracia?

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Parece ser el valor fundamental de nuestro mundo actual, pues si hablas mal de ella automáticamente pareces un tirano, vemos con lástima a los países que no la tienen e incluso se utiliza para justificar intervenciones militares, los más moderados la llaman “el menor de los males” y en México nos cuesta miles de millones de pesos y no pocos dolores de cabeza. Adivinaron, la respuesta es democracia, pero ¿Qué es exactamente eso?

intercambioDe manera general  se trata de una forma de organización social donde las decisiones colectivas son tomadas por la ciudadanía, ya sea de forma directa, participativa o representativa que toma como parámetro de resolución a posiciones encontradas la voluntad de   las mayorías. Los requisitos para ser llamados ciudadanos, la magnitud de este poder, la frecuencia, los mecanismos y la  efectividad están sujetos al tiempo y espacio del que estemos hablando.

Actualmente la forma de democracia conocida como “legítima” es la liberal, nacida con la independencia de Estados Unidos y adoptada, con sus respectivos matices,  en una gran tomando en cuenta sus principios básicos que son: el respeto al derecho a la  propiedad, los derechos humanos, la división de poderes, la constitución, el pluripartidismo, la libertad de expresión y de reunión y el derecho al voto.

Los países son jerarquizados según su capacidad de seguir estos parámetros y cualquier régimen que excluya alguno de estos rasgos es automáticamente llamado antidemocrático, es en este detalle donde, aun suponiendo que funcionara bien, la democracia ya tiene un fallo inmenso, pues al estar conectados los países de forma vertical (unos mandando a otros) resulta que decisiones que pueden afectarnos son tomadas en lugares alejados de nuestra jurisdicción. 

En principio suena bastante bien esperar que se siga el modelo liberal,  la mayoría elige a los mandatorios y estos tienen  restricciones legales, hay competencia,  las minorías quedan protegidas con los derechos y está la posibilidad de criticar si no nos parece el rumbo que están adoptando los mandatarios, lo cierto es que quienes dictan las leyes son quienes están al poder, la competencia es muchas veces una ficción llena de pactos o un elegir al menos peor dentro de un menú bastante limitado, los derechos humanos no bastan para subsanar la inequidad y la libertad de prensa solo funciona como una válvula de escape, que mantiene la paz pero que no tiene un peso real.

Si a esto le sumamos que nuestra libertad de elección se restringe a votar por alguien que decide por nosotros y que esta decisión, que  además es irreversible, se toma con poca información, basada en simpatías personales, en un ambiente de miedo, enojo o necesidad, como un medio de castigo y pensando solamente en el corto plazo, nos encontramos cara a cara con la oclocracia, es decir, el poder de la muchedumbres.

Lo que distingue a un pueblo de una muchedumbre es la racionalidad y la pérdida de ésta imposibilita el autogobierno. Basta con echar un vistazo a los últimos resultados electorales para conocer el estado actual de la democracia, tal vez es tiempo de pensar en nuevas formas de organización.