Entre caminantes te veas

Tarde de café.

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Como cada tarde después de las cinco estaba frente a una humeante y deliciosa taza de café  en una de las mesas del jardín. Esta costumbre tenía ya años, de hecho, los mismos años de su noviazgo con él: ocho.

Sentarse en ese lugar de encuentros, rodeados de tantas historias era parte del encanto de vivir aquí. Sin embargo, hace tiempo que la relación se había enfriado, ya no eran los mismos, ya nada era igual. No sabía si era la rutina la culpable o el exceso de trabajo de los últimos meses, o simplemente el desgaste natural de las relaciones. Después de todo, es bien sabido que luego de la pasión inicial sigue la amistad, mera amistad. Pero entre ellos a veces ya ni eso.

frcEl sabor amargo del café en su boca la regresaba a la realidad de vez en cuando y la sacaba de sus pensamientos para después volverla a hundir en ellos. Miraba su página en la red social y las fotos de ambos, de los alimentos degustados juntos, los paseos, las selfies y las sonrisas cada vez más amplias, casi casi de profesionales ¿qué era lo que estaba fallando si todo iba a la perfección entre ellos? En unos meses ella cumpliría treinta ¡Treinta! Se le estaba yendo el tren mientras su relación iba de mal en peor.

Volvió a beber de su café, apenas hubo dejado la taza en la mesa  el mesero se apresuró a llenarla de nuevo.  ¿En qué momento se pierde el camino en el amor? Era indiscutible que ella lo amaba y al menos todo parecía indicar que él la amaba también. Entonces ¿qué estaba pasando?

La alerta del whats la sacó de sus pensamientos-y de las noticias del face- Dejó en espera el comentario que estaba escribiendo a propósito del cumpleaños del hijo de una de sus amigas para leer:

-¡¡Hola!! –escribió él

-Hola –respondió ella  acompañando su saludo con un corazón

-Te extraño, siento que hace una infinidad de tiempo que no escucho tu voz

-¡Qué exagerado eres! –carita de sorpresa –ni que no nos viéramos todos los días…Pero la verdad es que yo también extraño muchas cosas –cara triste.

-¿Sabes? He estado pensando que una relación en la que ambos viven extrañándose a pesar de tenerse no es una relación sana. Creo que es hora de que ambos sigamos por caminos separados

-Cara con lágrimas -¿por qué me dices eso? Sabes que te amo

-¿Me amas? –preguntó –en ese caso solamente tú lo sabes, porque yo no. Gracias por estos ocho  años de mensajes en in box y memes, sigue disfrutando tu café.

Solamente entonces ella levantó la vista de la pantalla del celular, su rostro se desentumeció cuando un gesto de tristeza apareció en él de manera involuntaria. Miró la taza de café que acompañaba a la suya todavía humeando frente a la silla ahora vacía. La servilleta arrugada…¡y las llaves del auto! Tenía que regresar por ellas… ¡y lo hizo! Su mirada reflejaba una tristeza que ella nunca había visto en él. De hecho, sintió que hace mucho que no lo veía con detenimiento. Se detuvo una milésima de segundo antes de tomar las llaves para mirarla a los ojos. Ella rápidamente sujetó su mano

-No puedo creer que me estés haciendo esto

-Yo no te estoy haciendo nada –dijo él con tranquilidad

-¿A no? ¿Entonces te parece muy bien dejarme así después de ocho años?

Él zafó su mano de la de ella, dejó un billete en la mesa para pagar los cafés y se fue…Ella lo miró con verdaderas lágrimas en los ojos hasta que lo perdió de vista. Luego tomó su celular, entró nuevamente en el face y antes de retirarse  posteó: “Ocho años de relación y me dijo adiós definitivamente, así de simple, sin ni siquiera tomarse el tiempo de poner un emoticón en su mensaje”…y antes de publicar, se aseguró de acompañar sus palabras con un: me siento triste. 

Salió apresuradamente segura de que al llegar a casa tendría muchos mensajes de ánimo de sus amigas que debía responder. Después de todo, había que seguir viviendo.