Histomagia

Mamá, ¿eres tú?

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El barrio de San Juan de Dios es uno de los más antiguos de la ciudad, y colinda con uno de los cerros más emblemáticos de la cañada: Los Picachos.

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Las historias de fantasmas, muertos o espíritus que se aparecen en las casas antiguas en Guanajuato, son tan recurrentes que a veces es difícil de creer, al pensar que en verdad no les suceden a quienes las cuentan, que son imaginaciones suyas y no experiencias paranormales.

Mi amigo Gerardo me ha contado cómo es que tuvo la visita de “alguien”, un espanto que al parecer aún sigue viviendo con ellos, ahí, en su casa en el callejón de San Juan de Dios. Esa casa ha pertenecido a su familia desde hace mucho tiempo. Cabe aclarar que el barrio de San Juan de Dios es uno de los más antiguos de la ciudad, y colinda con uno de los cerros más emblemáticos de la cañada: Los Picachos.

Gerardo me relata que una de las tardes en que salió temprano de trabajar, regresó a su casa muy cansado; esa tarde, contrario a lo cotidiano, no había nadie, fue a la cocina y quiso comer, pero estaba tan agotado que mejor decidió irse a su cuarto; tan pronto tocó la cama se quedó profundamente dormido. Dice que estaba acostado tan plácidamente que no hizo caso a los pasos lejanos que de repente escuchó, esas pisadas poco a poco se iban haciendo más fuertes, pero mi amigo no hizo caso, al contrario, se acomodó en la cama para seguir descansando. Hubo un breve silencio, que se rompió con el ruido de unos pesados pasos, como si arrastraran los pies, pero lo que lo puso atento es que ahora escuchaba los pasos más cerca y las pisadas más determinantes, afuerita de su cuarto. Ya consciente de esa situación, le extrañó escuchar que de pronto se detuvieron, fue cuando él volteó y vio cómo las cortinas de la entrada de su recámara se abrían lentamente, como si algo o alguien estuviera observándolo dormir y preguntó: “mamá, ¿eres tú? y le contestaron: “Sí, hijo, soy yo”, al escuchar la voz de su madre sólo cerró los ojos, sintiéndose seguro e intentó regresar a su sueño. Al instante volvió a escuchar esas pisadas, pensó que era su mamá que se acercaba a despertarlo, sin embargo, esos pasos continuaron acercándose a él más aprisa y de repente se detuvieron ahí a la orilla de su cama. Amodorrado pensó que era su imaginación, pero ahora, sintió que “alguien” estaba parado ahí, abrió los ojos pensando que era su mamá y, pese a que las sombras pardas de la tarde caían, lo que vio ahí, no era su mamá, era una persona muy alta, envuelta en una túnica blanca, como un bulto, incólume, inamovible. Cerró sus ojos decidió esta vez no abrirlos, esperando que con eso se fuera de su cuarto. El tiempo transcurría, nada pasaba, y fue entonces que ese ser se sentó en la cama a un lado de él, Gerardo abrió los ojos lentamente y pudo ver que “eso” le ponía las manos en el cuello queriéndolo ahorcar, fue cuando ya tomó consciencia y supo que era una lucha de vida o muerte, pues no podía respirar al sentir el peso del espectro en su pecho. Desesperado quiso gritar y no pudo, quiso moverse y tampoco pudo, se llevó las manos al cuello, esperando liberarse de esas horribles manos descarnadas que querían robarle la vida, pero no, el espíritu se aferraba a él y mi amigo decidió aferrarse a Dios, por lo que cuando comenzó a rezar in mente el ser se esfumó, pero Gerardo aún sentía ese peso en su cuerpo, siguió rezando hasta que por fin ese ser lo dejó en paz, y fue cuando se pudo incorporar y respirar de nuevo. Ya más tranquilo pensó en cómo esos seres pueden imitarlas voces de tus seres queridos, y racionalmente atribuye esas presencias a la antigüedad de su casa y de todas las personas que pudieron haber muerto ahí.

No sé qué es lo que quieren conseguir esos seres al imitar las voces de los vivos, lo que sí sé es que utilizan toda clase artimañas para poder acceder al alma y al corazón de sus víctimas. Me dice el mismo Gerardo, que ahora se ha hecho muy espiritual, que esos seres demoníacos nos acechan siempre y sólo necesitan algún atisbo de hacerles caso para hacerse presentes, en este caso fue cuando él entabló un diálogo con él al imitar la voz de su madre. Definitivamente no estamos solos nunca. ¿Quieres conocer a Gerardo y saber más de sus historias? Yo te las presentaré aquí, pero no hay nada mejor que escucharlas del protagonista de las histomagias. Ven, lee y anda Guanajuato.