Histomagia

Silvy

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A veces creo que este encierro de pandemia, nos hace creer ver o creer sentirnos acompañados por alguien o por algo, cierto es que somos seres sociales, y siempre, cuando queremos, permitimos -sin saber- la compañía de seres que no están en esta dimensión; ellos están contigo, te buscan, te encuentran, están contigo, aunque tú no lo quieras. Eso lo digo porque durante este invierno, he conocido personas muy interesantes, que realmente han vivido historias de ultratumba; todas y cada una tienen relatos que rayan en lo sobrenatural e increíble, lo que por un lado me hace saber que estos episodios vívidos, no son parte de nuestra imaginación; pero por otro lado, en verdad me asusta saber que el misterio y las historias de fantasmas, en esta ciudad, son omnipresentes.

En una de las sesiones virtuales de clase, Daniel Antonio, uno de mis alumnos del curso de invierno, se atrevió a contar una de las tantas historias que le acontecen con frecuencia. Como antecedente, me dice que desde siempre él y su familia han convivido con estos seres que se aparecen inesperadamente; al parecer su familia tiene un imán energético que a los fantasmas y espectros les es irresistible y, ante esto, inició su relato de manera abrupta dejándonos a todos y cada uno atentos a su narración:

“¿Alguna vez has sentido que te observan sin saber desde dónde? alguien te sigue y lo sabes, pero no hay nadie detrás de ti, una simple alucinación -pensarían algunos-…. yo a veces desearía que fuera así, que todo estuviera en mi cabeza, pero no. Esta historia la comienzo así, todos en mi familia nacen con un don, una extraña conexión con el mundo espiritual que nos permite ver más allá: personas sin cuerpos caminando por las calles, entrando a casas sin que nadie lo note, escuchar sus voces como si en verdad supieran que los escuchamos, aferrándose a nosotros para que los ayudemos, haciéndonos sentir su tristeza, su miedo y su dolor…esta vez me centraré en el ser que me hizo saber esto, que tenía esta capacidad. Esta niña, a la que terminé por llamar Silvy, la vi por primera vez hace muchos años. No siempre recuerdo cómo luce, pero si tengo algo seguro, es que no es mayor de 8 años.

Al principio, no se mostró, solo la escuchábamos por la noche, dando saltitos en el pasillo, jugando con una canica o prendiendo el televisor, yo pensaba que solo eran tonterías: un poco de viento, un pequeño sismo, una falla en la electricidad, sólo eso; hasta que un día, en mitad de la noche, me levanté sediento y con la necesidad de usar el baño. Al entrar al mismo sentí un escalofrío, seguido de un espasmo en el cuello -lo que para mí, era algo normal-, los había estado teniendo desde que tengo memoria. Miré al espejo y allí estaba, parada detrás de mí; en mi somnolencia, pensando que era mi hermana la llamé por su nombre, preguntándole qué hacia allí. Sin responder, la niña se me acercó, viéndome a través del espejo, el espasmo se convirtió en dolor, un dolor punzante que tan solo empeoraba a medida que se acercaba, fue entonces que voltee, y no, no era mi hermana quien estaba parada allí. Cuando me di cuenta ya era tarde, se había ido y el dolor se esfumó, como si nunca me hubiera pasado, como si nunca Silvy hubiera estado allí. Desde entonces, cada vez que me duele el cuello o escucho una voz a mitad de la noche puedo decir: «está cerca otra vez».

Todos nos quedamos mudos, nadie se atrevió a emitir ni un suspiro, porque fue ahí que comprendimos que la niña que siempre estaba en clase detrás de él, cuando activábamos las cámaras, no era otra más que Silvy. Ese aspecto sombrío, esa mirada a la nada, ese tomarlo del hombro, del cuello… Y en verdad nadie le dijo nada a Daniel Antonio, él sabe que su destino es estar rodeado de esos seres, al igual que nosotros, sólo que él tiene el don y los puede ver a todos y cada uno. Como maestra lo felicité por su historia, y di por terminada la clase. Me pregunto ahora si nosotros sabríamos qué hacer con un don así. ¿Puedes darme una respuesta? a menos que sólo existas en mi imaginación y seas quien me acompaña aquí, en esta pandemia. Ven, lee y anda Guanajuato.