El Laberinto

Conejos, personas

Compartir

Anda circulando  por estos días un video de animación donde un conejo es utilizado para probar cosméticos y que a pesar de todo el dolor que padece, mientras sus ojos orejas y piel son lastimados por manos humanas y anónimas, mantiene una actitud positiva que raya en el sarcasmo, diciendo «pero está bien, así ha sido siempre y los humanos necesitan hacerlo».

A raíz de esto, hay un fuerte debate entre los animalistas y el resto de las posturas que oscilan entre la indiferencia «me da igual» el fatalismo «no hay otro modo» y la crueldad «no importa lo que les pase». Peor aún pone sobre la mesa reflexiones sobre otras interacciones que tenemos con el resto de las especies como la alimentación o la cría. Entonces comienza el tiroteo, «no puedes compartir el video y comerte un buen bistec» «sí, mucho amor al conejo, pero tiene a su perro en la azotea» y un largo etcétera.

Vamos entonces a pensar en el corto en otros términos, ha sido exitoso al poner el tema en discusión y además nos regaló un motivo para pelear, algo que siempre se agradece para sacar las frustraciones, pero la forma de plantearse es un tanto desatinada.

Primero, empieza por buscar generar empatía humanizando al conejo para respaldar un argumento en el que los humanos somos los villanos, es como vestir de lobo a una oveja para pedirle a los otros lobos que no se la coman.

Dejando de lado el señalamiento, los argumentos antiespecistas pecan de misántropos , lo cual es un claro autogol por que hasta el más vegano y libre de maltrato animal es un ser humano que normalmente se instala en el odio al prójimo desde una superioridad moral.

La cuestión es aquí, que este tipo de posturas conllevan y sustentan privilegios, primero por que las alternativas al maltrato se venden mucho más caras por mera cuestión de moda  y segundo por que normalmente lo que no conlleva maltrato animal si incluye maltrato humano, como usar algodón ecológico y sin pesticidas, pero pizcado por manitas infantiles explotadas o no comer carne pero si soya cuyo intensivo cultivo deja a poblaciones enteras sin agua.

En el caso de los cosméticos, en sí en el tema del conejo, hay que pensar que los productos no siempre se usan por vanidad, que es necesidad por ejemplo tener un bloqueador solar apropiado y volvemos a lo mismo, probarlo en humanos atenta contra los derechos de aquellos, a menos que les paguen y sea voluntario, en cuyo caso se vuelve al tema del privilegio, probarlo en los pobres para no tocar a los conejos.

No hay que olvidar que en todo proceso productivo existen personas, no sólo las que trabajan en ello, si no las que comparten el espacio con el mismo y que no se puede apelar a la ética o a la sustentabilidad si los dejamos afuera. Como propuesta, buscando hacer el menor daño posible, se debe apostar a la auto producción, al consumo local y a la desaceleración de las industrias, es decir que tanto se está lastimando o matando a otros seres por necesidad y que tanto se hace por buscar mayores beneficios.