Desde el Faro

Mariachitlán

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Celebrar la maravilla de cultura que tenemos y compartir nuestra fuerte tradición musical es el sentimiento que surge al escuchar “Mariachitlán”, obra de Juan Pablo Contreras, misma que puede compararse con “Huapango”, de Pablo Moncayo, por el entusiasmo y profundo arraigo que ambas tienen en la música popular.

El viernes anterior, en el Teatro Principal, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, hizo sentir al público como si éste caminara por el Jardín de la Unión, Garibaldi, o por cualquier plaza pública del país, donde la música se oye con verdadero placer, y es que durante 14 minutos, los ritmos del mariachi, recreados por la música orquestal, lograron que la gente se identificara a plenitud con sus propias raíces, su cultura mexicana.

Suena reiterativo, pero, al escuchar la obra, uno percibe las sensaciones de caminar y sentir lo que sucede en nuestras plazas públicas, cuando se oyen canciones y más canciones y los grupos musicales se interrumpen uno a otro para atraer al público; la pieza logra crear un verdadero “guateque”, donde es necesario que intervenga la policía – escenificada por el sonido de un silbato- para tratar de parar la diversión, sin embargo, ésta se lleva una sorpresa, y por el contrario, la fiesta continúa con mayor ímpetu.

En “Mariachitlán”, trompetas, violines y el arpa se lucen; son los protagonistas en la recreación de las canciones rancheras, los valses, el zapateado y los sones jaliscienses; mientras que los contrabajos suenan a guitarrones; los violines emulan el rasgueo de las vihuelas; y en los zapateados, suenan las percusiones y el violín hasta lograr un lenguaje deliciosamente estridente, festivo.

Es una creación muy actual, que incita a bailar, reír, gozar, y que por supuesto, el público de Guanajuato recibió con total placer.

Después de “Mariachitlán”, la OSUG interpretó el “Huapango”, de Juan Pablo Moncayo; ahí, el entusiasmo creció; los aplausos obligaron al director a salir al escenario en 4 ocasiones, para concluir el programa con un regalo extra: “Camino de Guanajuato”, de José Alfredo Jiménez.

Previamente, bajo la dirección de Luis Manuel Sánchez, como invitado, la orquesta universitaria tocó: La Marcha de Zacatecas; los valses “Poético”, de Felipe Villanueva; “Marchita el Alma”, de Antonio Zúñiga; “Carmen”, y “Sobre las Olas”, de Juventino Rosas, además, “Ferial”, de Manuel M. Ponce.

Otro dato relevante fue el diálogo permanente del director invitado con el público; así se rompió la barrera invisible que siempre separa a quienes están en el escenario con los de abajo; también fue notoria la presencia del público infantil.

Fue una noche redonda, y al salir, uno se quedó con el deseo de que en México se escriba más música clásica original como “Mariachitlán”, estrenada en el 2016, que ha recorrido parte del país, con éxito, en los Estados Unidos y que incluso, Plácido Domingo la ha catalogado tan “emotiva” igual que el “Huapango”, de Pablo Moncayo.