Histomagia

Acompañante fantasma

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Cuando viajes a Guanajuato debes saber que esta ciudad es mágica. Las personas que ves pasar en los jardines y plazas son, las más de las veces, seres de luz que te acompañan para protegerte de algunas sombras que quieren adherirse a tu alma o algún espíritu perdido que busca a su pariente, amigo o ser amado.

Los fantasmas son parte de la vida del guanajuatense. A cualquier lado que vayas siempre habrá alguna historia en donde te cuenten de aparecidos en sus casas, callejones o las plazas de la ciudad, a veces esos espíritus platican contigo sin que te des cuenta de lo que son y te dan consejos de vida o simplemente te escuchan y de repente te volteas y ya se esfumaron. Así le pasó a mi amiga Irene que vino de paseo a Cuévano, y me contó de un acompañante fantasma que ella pensó era una de las personas que estuvo con ellos en la callejoneada.

Y sí. Irene me narró la que dijo fue la experiencia más sorprendente de su vida. Me dijo que esa noche cuando compró sus boletos para la callejoneada vio a los tunos con sus instrumentos y entre el barullo de la música y de la gente vio a un hombre cabizbajo y taciturno que desde lejos observaba la fiesta y algarabía que hacía brillar la noche.

Caminando por los sinuosos callejones y entre tanta gente, mi amiga no lo vio más, pensó que tal vez ya se había ido o tal vez sólo estaba tratando de olvidar su soledad por eso los veía desde lejos. La fiesta siguió su camino entre música y risas, cuando terminó la callejoneada, ahí en la Plaza de Los Ángeles, Irene lo volvió a ver ahora más cerca de ella, pensó entonces que tal vez venía hasta la parte de atrás del grupo por eso no lo había visto ya. El hombre tomó confianza, se le acercó y le preguntó si le había gustado esta tradición de Guanajuato donde la variedad de las estudiantinas hace que las noches sean más musicales y divertidas, Irene contestó que sí y eso bastó para que esa noche, como si fuera un acuerdo de dejarlo pasar a su espacio personal y alma, estuvieran acompañándose, caminando por las calles y plazas de la ciudad siguiendo el destino sinuoso que el viento frío de la sierra los llevara.

La madrugada se hizo corta. Platicaron desde la historia de la ciudad hasta de los viajes que ambos han realizado por el mundo, en verdad fue una noche mágica, me dijo mi amiga. El asunto fue cuando ya casi al amanecer, ahí en una de las bancas del Jardín Unión, Irene pensó ya en despedirse para ir a descansar en el Santa Fe, hotel que se ubica precisamente en ese jardín, y antes de decirlo el hombre dijo: “está bien” y pareció que se lo dijo el viento o le leyó la mente, pues ese hombre agradable que vivió con ella la madrugada se había esfumado prácticamente en su presencia.

Sin saber qué hacer ni qué pensar,  desconcertada, Irene contestó el saludo de una viejecita que le dijo: “buenos días…no se espante, somos muchos los que seguimos aquí, ya sea de día o de noche, si no nos ve, a veces solo se escuchan voces, o se ven sombras, ese hombre que la acompañó es un ser de luz, vino a protegerla de los entes malos que andan aquí. Ya se fueron. Por eso él se fue”. Sorprendida sin saber qué más decir, Irene optó por musitar un “gracias” y entró rápidamente al hotel, subió las escaleras y se refugió en su cuarto, cerró la puerta. La luz matinal ya entraba por las ventanas, mi amiga quería ya descansar, ya dormir, fue a la ventana a cerrar las cortinas, y vio cómo la señora la veía desde abajo, sonriéndole… Irene no pudo más cerró la cortina y se desplomó en la cama, hundió su rostro en la almohada, rezó un padre nuestro y se quedó dormida.

A la tarde siguiente, de inmediato hizo maletas, tomó un taxi y se regresó a Tijuana donde ahora vive. No quiso volver a vivir aquí la experiencia de su acompañante fantasma, mejor estar con los vivos que con los muertos, dijo.

Los que saben dicen exactamente lo que la anciana le dijo: hay seres de luz que te cuidan y te seguirán cuidando siempre, desde donde estén. Por eso, pienso, que los espíritus, fantasmas y aparecidos que vemos o sentimos aquí nos ven, y sobre todo prevén los peligros que nos amenazan. Benditos sean. ¿Quieres conocer el jardín y vivir la callejoneada? tal vez te encuentres a alguien no vivo que te acompañe y cuide por la madrugada. Ven, lee y anda Guanajuato.