El Laberinto

Nunca más

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Siempre di por hecho que eran cuervos, esas aves que tal vez por misteriosas, han sido gatillo de nuestra imaginación, protagonistas de varios mitos, a quienes los  refranes tuvieron a mal atribuirles el defecto de la ingratitud, pues al criarlos podrías perder tus ojos a picotazos, pero que también tienen la fortuna de ser huéspedes de honor en  la Torre de Londres, más por miedo a que caiga el imperio si dejan de existir, que a un amor animalista o un interés ornitológico.

Ya era costumbre al asistir a nuestro “Chapultepec local”, un parque con un lago pequeño y unos juegos pequeños, verlos volando inalcanzables u ocupando en grandes grupos los árboles más altos, con esos plumajes oscuros y brillosos que a veces dan destellos tornasol, los picos alargados y finos, la cabezas elegantes, y los cuerpos de tamaño similar al envase tamaño caguama, pero con contornos delicados y esbeltos y al pensar en las múltiples Leonoras de mi vida, que mayoritariamente ni personas son, me imaginaba una de esas figuras sobre un  busto de Palas Atenea, que nunca he tenido, para demoler mis esperanzas con una frase lapidaria.

Y sucedió que un día paseando por el verdadero Chapultepec, en el área del zoológico un querido amigo y yo contemplamos en cautiverio a un cuervo de verdad, mucho más grande y lúgubre que lo que habíamos visto siempre y exclamamos al unísono “Nunca más” para después ser desalojados por la parte trasera del lugar que estaba a punto de cerrar, mientras yo pensaba que ojalá las caguamas fuesen de ese tamaño y no del de las aves que siempre había confundido con ellos y que ahora sé, se llaman zanates mexicanos.

Y recordando aquel momento, pienso que para mi la famosa frase tiene connotaciones mucho menos lúgubres que para todos aquellos que conocen, aunque sea de oídas, el poema de Edgar Allan Poe, pues representa salir de la zona de confort y no quedarte en el parque pequeño, confundiendo a cualquier zanate con un poderoso cuervo, por que cuando en verdad lo tienes de frente, parado sobre la inteligencia que Palas Atenea representa, sabes que el “nunca más” sirve para mejor, para enterrar a tus muertos y no mirar atrás.