Histomagia

Ánimas benditas

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Las costumbres en México son parte misma de sus tradiciones. Una de las costumbres más arraigadas aquí, es sin duda que nuestros abuelos o padres nos encomienden con algún santo o deidad para que podamos regresar con bien a casa. Desde invocar al mismísimo Dios eterno, a Jesucristo, a San Juditas Tadeo, al Señor de La Piedad, pasando por la Santa Muerte o Niña Blanca, el Santo Niño de Atocha, hasta las Ánimas benditas entre muchos más, dependiendo de las creencias de la familia en cuestión.

Recuerdo que hace muchos años, un amigo mío me contó que siempre le molestaba que su mamá le bendijera al salir de su casa y lo encomendara a las Ánimas Benditas; él pensaba que era una forma ignorante de ser de ella, porque ella no tuvo estudio alguno, pero bueno, se dejaba llevar por ella haciéndole creer que sí creía en lo mismo. Esto hasta que una madrugada en que él regresaba a su casa ahí por Ladera de Guijas, su fe en Dios y en su madre se puso a prueba. Esa noche él había estado conviviendo con sus amigos afuera de las instalaciones de la CFE en Pastita, habían estado tomando cervezas hasta muy entrada la noche y sí, esta es una práctica común en Guanajuato en donde los jóvenes saliendo de clases o de sus trabajos se ponen en la entrada de los callejones o en plazas o jardines cercanos a su casa a beber bebidas espirituosas para así relajarse y platicar entre sí sus andanzas y lo que les pasó en el día.

Así que mi amigo, esa madrugada se dispuso a subir a su casa ubicada cerca de la Panorámica. Hacía calor como que las prontas lluvias lo habían sólo alborotado con eso y aunado a la pequeña borrachera que traía, lo hicieron sentir molesto por lo que iba refunfuñando y diciendo sandeces quejándose de la subida, del calor, de la hora, en fin. Apoyándose en las paredes de las casas para no caer, poco a poco subió el callejón, pero ya casi llegando vio a lo lejos a un par de muchachos, sentados en el escalón de una casa, en actitud sospechosa como cubriéndose con una camioneta estacionada, pensó que tal vez estaban en lo que él, así que no le dio importancia, pero al irse acercando vio cómo uno de ellos sacó de entre sus ropas un cuchillo, al instante la borrachera se le bajó al ver que se dirigían hacia él, mi amigo sin perder el control ni la calma, pero con un miedo interior extremo que en verdad le hizo pensar en su mamá y en lo que cada día al salir le decía, cerró los ojos, pensando que lo inevitable llegaría, pero cuál fue su sorpresa que al abrirlos, esos muchachos ya estaban otra vez sentados a un lado de la camioneta, y desde ahí le dijeron: “buenas noches”, él sólo asintió con la cabeza, y siguió su camino ya sin apoyarse de las paredes, caminó derechito y cuando llegó a la panorámica corrió y corrió hasta llegar a su casa, entró y se dirigió directamente a su cama, asustado y llorando se quedó dormido.

Al día siguiente fue a la tienda ubicada cerca de donde vio a los jóvenes la noche anterior, al llegar su sangre se heló al ver sentado ahora sólo a uno de esos muchachos, pero en la puerta de la tienda, mi amigo compró lo encargado por su mamá y al salir el muchacho le hizo una pregunta: “Oye, ayer te vimos mi hermano y yo, ¿me recuerdas?”, él contestó con la cabeza un sí. Enseguida el muchacho le preguntó: Oye, ¿y quiénes eran esas personas que venían contigo? ¿son familiares o qué onda? Todos estaban callados, pero muy saludadores. Salúdamelos”. Mi amigo volvió a asentir y salió rápidamente de ahí. Cuando llegó a su casa y le contó todo a su mamá, ella sólo le dijo: “Hijo, fueron las ánimas benditas que te acompañan, algunos son nuestros antepasados, otros son espíritus que esperan su entrada al cielo, hay que agradecerles prendiendo una veladora”. Su mamá le pidió que fuera a la tienda por una, mi amigo se negó rotundamente, ella lo abrazó con el amor de madre que protege y cuida desde siempre.

Muchas son las familias que siguen estas enseñanzas de sus abuelas quienes también les han enseñado a entender y comprender la importancia de conectarse sí con la divinidad, pero también con otros seres o espíritus que nos han antecedido en esta vida que, como ellos dicen, la vida es eterna porque somos parte de una secuencia de vida otorgada por nuestra estirpe desde el inicio de la creación en esta tierra, por eso no se deben negar tanto las virtudes como los defectos existentes en cada una de las familias, son parte de la importancia de sobrevivir en este mundo, siempre acompañados por los otros que están presentes en nuestro rostro, en nuestro cuerpo, en nuestra sangre y en nuestras casas, con nosotros. ¿Quieres conocer el lugar en donde sucedió esta Histomagia? Ven, lee y anda Guanajuato.