El Laberinto

Llaman a tu puerta

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Un montón de niños sin mucha supervisión, pasaban la tarde de calle en calle, de preferencia en una colonia aledaña para no ser reconocidos haciendo, la “inocente” fechoría de pulsar un timbre y correr a toda velocidad antes de que el dueño de la casa saliera a ver quién estaba tocando, hasta los raspones por la velocidad de huida y los coléricos regaños de personas que estaban cerca de la puerta o que eran más ágiles que los pequeños criminales, eran parte del juego.

Ahora sería imposible, la supervisión ya no se puede omitir más que en entornos conocidos y parece que ya ni así, no creo que nadie quiera ser sorprendido por su tío o su vecina chismosa y santurrona haciendo travesuras, además de que concepto de diversión y las ganas de hacer actividad física han decaído bastante.

Pero hoy no vengo a hablar de todas estos temas, que salvo el hecho de librarse de salir en truza a un llamado en falso, son muy tristes tan sólo piensen en las infancias sin condición física ni subidones de adrenalina, si no de los timbres que según mi teoría experta nacida de una ardua experiencia como “toca puertas profesional”, están en peligro crítico de extinción.

Aquí ya sé que muchos están pensando, en refinado lenguaje de la CDMX “pues al chile que bueno” o en uno un poquito menos elegante, “me regocijo con tal hecho, nadie los echará de menos” y pudiera parecer que, con excepción de los que fabrican, reparan o tocan timbres como oficio no debería importarnos, por que para eso tenemos celulares o en el peor de los casos, perros que avisan, esto aclarando que lo digo no por tener algo en su contra de ellos, sino por que llegan a ser un tanto imprecisos por que pueden ladrar por muchas cosas además de las visitas y luego escuchar que quiere quien toca se vuelve complicado con los ladridos.

La cuestión aquí, es que la ausencia de un conducto accesible a todo público para poder encontrarnos en nuestras casas nos puede librar de bromistas y de personas malintencionadas, pero refleja algunos síntomas que explican por qué tenemos tantos problemas para formar comunidad, siendo esto tan necesario para defendernos de políticos abusivos, para vivir seguros y felices y aprender a escuchar todo tipo de voces, como puede ser lo poco que estamos dispuestos  a contactar con nuestro entorno si no es bajo nuestras condiciones y del poco tiempo que en verdad pasamos en casa debido a nuestras ocupaciones.