El Laberinto

Desesperados

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Mala consejera es la desesperación, hace unos meses, desesperada yo también, apliqué para una empresa de aquellas donde te contratan de inmediato para acosar personas mediante llamadas telefónicas, un call center para ser más claros, y por motivos que ahora no recuerdo, pero que pudieron ser cualquier cosa, no asistí a la entrevista y había dado el asunto por perdido, pero esta historia apenas comenzaba.

Primero llegó el mensaje de la reclutadora para saber cómo me había ido en la entrevista y tan solo atiné a decirle que me había sido imposible presentarme, ofreció reagendar y le dije que me iba a organizar para no quedar de nuevo mal con ellos, después algo me distrajo del asunto y de pronto al abrir el correo electrónico tenía otra oferta suya, después vinieron los mensaje de texto (ni sabía yo que todavía se usaban) y llamadas insistentes a deshoras, solo faltó que vinieran a casa a ponerme ellos mismos la diadema y el uniforme.

Tanta urgencia me estaba dando mala espina, tanta que decidí bloquearlos y buscar por otro lado, pues ¿qué tan malo debía ser trabajar ahí para que ocuparan medidas tan molestas y extremas para conseguir el personal? Mi imaginación rampante y fatalista se imaginaba desde los medios tradicionales de explotación laboral como puede ser el no cobrar horas extras, rolar turnos o cotizar con cincuenta centavos ante el seguro, si es que había tal cosa, jefes déspotas o un horrendo ambiente laboral, hasta otros más violentos como látigos para mantener el ritmo de trabajo, estafas piramidales, redes de trata de personas o venta de seguros con técnicas poco ortodoxas. Tal vez solo tenían un  pésimo equipo de reclutamiento, pero por más vacía que estuviera mi cartera no estaba ya para averiguarlo.

Muchas veces queremos tanto algo, lo que sea como una empleada para el call center, una pareja, ser famosos o reconocidos, encajar en algún lugar, perder peso, salir de deudas, tener salud, obtener un producto, cumplir un trámite y un  larguísimo y variado etcétera, que rayamos en medidas ingenuas o supersticiosas que hacen que enfoquemos nuestros esfuerzos del modo incorrecto, como buscando cuarzos en vez de trabajo; que nos volvamos presa fácil de abusivos y charlatanes de productos milagro y estafas o que incurramos en actos tramposos e incluso cuestionables, poniendo en riesgo el patrimonio, la dignidad, la salud, la libertad o a otras personas.

Es duro no tener lo que anhelamos, en ocasiones lo más difícil está en nuestra cabeza porque entre menos lo conseguimos más nos convencemos de que es imposible, cuando es probable que sólo estemos trepando por fuera del edificio cuando dentro hay escaleras o hasta elevador, como yo anoche que buscando una clavija antes de acostarme me di por vencida para acabar sentada sobre ella.

Nota: Mi glúteo está bien, al igual que la clavija, por si se preguntaban.