Candil de la Calle

Los Leones

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16 de octubre de 2012

El equilibrio mental, juicio recto, valor moral, audacia, resistencia, forma de tratar al prójimo y cómo sacar el mayor bien de los contratiempos son cosas que no se aprenden en la escuela.

Alexis Carrel

Panorámica al Cerro de los Leones

Es un barrio sin ley. Quienes ahí viven, lo saben a diario.

El sábado 6 de octubre, a pleno día, una vivienda del Cerro de los Leones era saqueada.

El propietario ya no vive ahí. Decidió salirse de su casa luego de que el grupo de jóvenes —comandados por uno de los hermanos Guillén, azote del barrio como se entenderá coloquialmente— que se dedica a infringir la ley en la zona comenzó a hurtar, poco a poco, todos los bienes que tenía en su interior.

Ahora que la casa está deshabitada, se han intentado llevar hasta el bóiler.  O ya lo sacaron.

Todo el mundo sabe quiénes son. Todo mundo sabe dónde viven, dónde se esconden, a dónde corren a refugiarse cuando llegan los policías.

Cuando se esconden, porque hay ocasiones en que ya no lo hacen, enfrentan a los preventivos, los atacan a pedradas.

Todo lo que se mueva. Señoras con bolsas de mandado. A una anciana que vende mole le han arrebatado las cubetas en más de una ocasión.

Han golpeado a los gaseros, a los repartidores de frituras, de pan, de refrescos.

Muchas de estas empresas han optado por vetar esta ruta a sus vendedores.

Me contaron que en fechas recientes, este grupo ha optado por mover los contenedores de basura para colocarlos a mitad de la carretera Panorámica, a fin de obstaculizar el arribo de las patrullas de Seguridad Pública cuando se presenta algún incidente.

Han dejado patrullas apedreadas, policías golpeados.

Al parecer, los operativos mixtos con la participación de los elementos del Ejército han servido, en el caso del Cerro de los Leones, para dos cosas: para nada y para nada.

La gente calla. No denuncia. Tienen miedo. Son sus vecinos. Se conocen. Los Guillén, los hermanos de largo número e historial, entran y salen de barandilla, del Cereso. Ahora queda uno, pero es suficiente para liderar a un grupo que mantiene asolado al barrio y a sus habitantes.

Las señoras tienen temor cuando van a dejar y a recoger a sus hijos al jardín de niños del barrio. Otras prefieren impedir a sus hijos adolescentes que salgan por la tarde ante el temor de que los agredan… o los involucren.

Son los mismos que bajan a Pastita y mantienen en constante alerta a los alumnos y profesores de la Secundaria Benito Juárez, con varios incidentes registrados, algunos de ellos ya de gravedad, que saben los padres de familia, pero de los cuales las autoridades no hablan mucho y los directivos de la escuela callan.

Pero todo esto ocurre. Todos los días.

Y si no me creen, siempre quedará la opción de que el nuevo alcalde, Luis Gutiérrez Márquez, y a sus principales colaboradores pasen unas horas recorriendo el Cerro de los Leones.

Porque… se supone que también gobiernan ese territorio de la capital, ¿o no