Candil de la Calle

Un Papa que ya se va

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Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los

gobiernos para adormecer a sus gobernados.

Napoleón Bonaparte.

En la religión, o mejor dicho, en las altas jerarquías gobernantes de las religiones, esta frase puede ser aplicada en los mismos términos. Y si no, que le pregunten a quien todavía es hoy el papa Benedicto XVI, pontífice número 265 del Vaticano y el primero desde principios del siglo 1400 en renunciar al Papado.

Benedicto XVI aparecerá por última vez con la investidura papal en la Plaza de San Pedro, en la audiencia pública del 27 de febrero, un mes antes de la Semana Santa.

Qué difícil fue desde un principio para la Iglesia Católica imponer a los cientos de millones de feligreses de todo el mundo la tremenda ruptura que significó, ante el fallecimiento del tan carismático y popular Juan Pablo II en el 2005, con la sucesión que recayó en el alemán Joseph Ratzinger, un hombre de escasa sonrisa y simpatía, de altos vuelos intelectuales pero cero empatía a irradiar desde el balcón de la Plaza de San Pedro.

La renuncia de Benedicto XVI casi ocho años después de que asumió el Pontificado, de inmediato hace contraste con el larguísimo periodo de 27 años y la vasta influencia mundial de Juan Pablo II.

“Un acto de conciencia”, han dicho varias de las voces que desde la opinión pública comenzaron a desmenuzar ya esta salida, sus motivaciones —las que se saben y las que se ignoran y quizá se desconocerán para siempre— y todo el proceso de la sucesión que culminará en el Cónclave de los cardenales, el “humo blanco” y la aparición del próximo papa.

Desde los inicios del pontificado de Ratzinger, circularon varias versiones entre círculos cercanos al Vaticano sobre la verdadera vocación de éste como un “papa de la transición” luego del prolongado tiempo en que Juan Pablo II encabezó la Santa Sede y las condiciones tan precarias de salud de sus últimos años, en medio de una severa crisis de credibilidad de la Iglesia Católica por los escándalos de la pederastia y abusos sexuales de varios jerarcas, entre ellos el mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.

Correspondió a Benedicto XVI ordenar el retiro de Maciel de la vida pública y la reorganización de los Legionarios, soslayando en su mayoría las acusaciones contra muchos otros obispos, sacerdotes y otros prelados involucrados en abusos diversos.

Ahora sabemos también de actos de corrupción cometidos al interior de la administración del Vaticano, gracias al denominado “Vatileaks”, las revelaciones hechas a algunas publicaciones luego de la sustracción indebida de documentos secretos, ilícito del cual se responsabilizó al Mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, y al técnico Claudio Sciarpelleti.

Algunos de estos documentos filtrados eran cartas del propio Benedicto XVI en las que hacía referencia a estos actos de corrupción.

En las horas posteriores a la renuncia de Joseph Ratzinger al Pontificado —la noticia que dio la vuelta al mundo en unos cuantos minutos— han surgido nuevos elementos que van acercándose a esas primeras versiones que hablaban de que su tiempo al frente del Vaticano sería breve.

Por ejemplo, que Benedicto habría tomado la decisión de renunciar después de su larga, intensa y fatigosa gira a México —o mejor dicho, a Guanajuato— y a Cuba, efectuada en marzo pasado.

Que el Papa usa un marcapasos, una condición médica de la que nada se había dicho hasta ahora por parte de las voces oficiales del Vaticano.

Que, como ocurrió luego de la muerte de Juan Pablo II y antes del “humo blanco” en favor de Ratzinger, hoy los ojos se ponen de nueva cuenta en el Cardenal ghanés —africano— Peter Turkson, Jefe de la Oficina de Justicia y Paz del Vaticano, de 64 años de edad.

Las apuestas ya corren, literalmente, en algunas afamadas casas británicas, donde también dan reñida competencia como favoritos los cardenales Francis Arinze, de Nigeria, y Marc Ouellet, de Canadá. Y entre las nacionalidades figura, aunque no entre los primeros cinco lugares, el mexicano Norberto Rivera Carrera. ¿Ya entendió cómo los vericuetos de la política son tan parecidos a los de la sucesión papal?

¿Un papa negro?