Una sesión de solidaridad expresada a través de la música —uno de los principales canales de expresión de la humanidad y sobremanera, de los jóvenes— fue para nosotros, los periodistas, la celebración del SantaFest en la Plaza Allende el 25 de abril, el festival de rock en memoria de los colegas muertos en México en el ejercicio de su profesión en los últimos años.
Lo dije en esa ocasión y es tristemente oportuno de recordarse, porque las amenazas no cesan, como tampoco el panorama de riesgo que el cambio de sexenio no ha sino matizado en un discurso inverosímil porque la realidad lo rebasa todo el tiempo:
Sigue siendo una bocanada de aire fresco que los jóvenes de este país, en menor o mayor medida, reaccionen ante los momentos del país y nos hagan saber que están aquí, vivos y despertando. Que quieran abrir ojos, oídos, voz. Que algunos lo hagan.
La iniciativa de los alumnos de la carrera de Comunicación de la Universidad Santa Fe —con el respaldo de su Rector y académicos— acompañó la memoria e hizo un poco menos invisibles, un poco más visibles a nuestros amigos, colegas, periodistas, fotógrafos y camarógrafos asesinados o desaparecidos en los últimos años en México.
La solidaridad ciudadana que tanta falta hace para tantas causas, la solidaridad de los jóvenes con periodistas y medios de comunicación, es la virtud social que nos reunió en la Plaza Allende.
Hoy la necesidad de acompañamiento de los periodistas parte de defender un derecho que no sólo nos toca ejercer a nosotros: el derecho a informar. En la medida en que la impunidad, el crimen y la corrupción —directa o a través del manejo publicitario discrecional— silencian la libertad de expresión, afectan en esa proporción el derecho de todos a saber.
Dejo aquí los versos que esa noche en la Plaza Allende pronunció el trovador de la Sierra de Xichú, Guillermo Velázquez, contundente e intenso:
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UN RAMILLETE DE FLORES
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Por el sol, por las heladas
No sé, pero ha sucedido
Que hay flores que hemos perdido
O sobreviven ajadas
Marchitas, casi apagadas,
Y yo los quiero invitar
A hacer nuestras, a nombrar
Con matices y colores
Un ramillete de flores
Que hoy urge recuperar.
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La identidad
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Suele crecer junto al río
Y no es elegante, es “paisa”
Esta flor, si bien enraiza
Nos cura del extravío,
Afianza, genera brío,
Pertenencia y heredad,
Por su luminosidad
Como pocas resplandece
Esta es para que nos bese
La flor de la Identidad.
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La memoria
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Deseando que resplandezca
La flor de nunca olvidar
Fragante precisa estar
Siempre húmeda y siempre fresca,
Que se haga sentir, que crezca
Radiante y propiciatoria,
Revelándonos la historia
La verdad alternativa.
¡Mantengamos siempre viva
La flor de nuestra Memoria!
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La dignidad
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Y continuaré con ésta
Vean su tallo, su fulgor,
No la vence ni el dolor.
Es única, es flor de fiesta,
Siempre erguida, siempre enhiesta,
No cede a la adversidad
Símbolo de claridad
Y de fecundo barbecho
¡Sembremos en nuestro pecho
La flor de la Dignidad!
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La decisión
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La flor que podemos ver
Aquí frente a nuestros ojos
Es flor que padece abrojos
Y la asedian por doquier:
Los miedos “a no poder”
Dudas, ansias, desazón…
¡Basta de vacilación!
Y basta de pesimismos
Radica en nosotros mismos
La flor de la Decisión.