El Laberinto

Comerciales de horror

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Síntomas inequívocos de que se acercan tiempos electorales son el colapso de las oficinas del INE, para los que dejaron para el ultimo la renovación u obtención de la credencial (sospecho que no están ansiosos por votar, solo necesitan la identificación), el abandono de puestos como en el juego de las sillas, donde dejan una para abalanzarse por otra antes de que acabe la música, y los horrendos comerciales.

Los comerciales electorales son, a mi parecer, un fiel reflejo de lo que los gobernantes piensan de sus gobernados porque es el único momento en el que necesitan convencernos de sus virtudes, pues el resto del tiempo se conforman con presumir relativos logros y programas sociales paliativos para los menos favorecidos por estos.

Aparte de ser un insulto a la inteligencia, a los publicistas y al buen gusto, lo que podemos sacar en limpio, en líneas generales y tratando de ir más allá de las supuestas distinciones entre partidos, es el cinismo en todas sus formas, entendiendo esta palabra como el descaro para mentir y para defender lo indefendible.

Cínico es banalizar la política, al fin que no es importante, demostrar que consideran que la educación que ellos nos brindan es tan deficiente como para tener que simplificar el lenguaje y tratarnos como niños, presentarse para un puesto sin un programa real y no hacer nada para disimularlo, apelar al chiste barato para generar empatía y explotar el descontento que todos generaron para querer conseguir votos para uno en particular, pero lo más cínico es borrar las fronteras entre la política y el espectáculo, estando las mismas personas y usando idénticos medios y recursos.

Pensándolo bien, la credencial solo sirve para identificarnos ya sea demostrando que somos quienes decimos ser o empoderando a quienes dicen ser como nosotros dándoles el voto; no deja de ser ilustrativo que con el mismo documento que votamos demostramos quienes somos, creo que para los políticos ambos hechos son lo mismo: solo existimos cuando debemos votar.