Candil de la Calle

RCA

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RCA en 1948 (Fotografía tomada de El Universal)
RCA en 1948 (Fotografía tomada de El Universal)

Eran éstas las siglas que resumían, en los encabezados de los diarios de entonces, el nombre de Rafael Corrales Ayala, el gobernador de Guanajuato entre 1985 y 1991.

“El último gobernador priista”, rezan los encabezados de estos días, que dan la noticia de su fallecimiento, a los 90 años, en la Ciudad de México.

A RCA se le adjudica, en términos biográficos, la construcción de la autopista Guanajuato-Silao y el aeropuerto internacional. Habrá qué decir que aunque no se concretó en su sexenio, las negociaciones para la instalación de la planta de General Motors, detonante de las inversiones del sector automotriz en el estado, iniciaron y se dejaron al punto también al final de su mandato.

Pero lejos de las fotografías y de la imagen personal que me tocó conocer, como reportera, del ex gobernador, tengo presente su rostro demudado, colérico, blanquecino, mientras salía por una puerta lateral del auditorio del estado, uno de los varios recintos de este tipo que dejó como obra monumental —cuestionada hasta el final— cuando el techo del edificio se vino abajo, debido, se supo a medias, a la indebida modificación de especificaciones en la construcción, acto corrupto solapado además por funcionarios omisos o complacientes en el área de obra pública estatal.

Esa imagen —una fotografía de mi entonces compañero Roberto Guerrero (qepd)— reflejaba la debacle, la bola de nieve que fue creciendo y a la que se fueron sumando distintos fragmentos de la realidad política local y nacional, entonces dirigida por Carlos Salinas de Gortari, de tal forma que la historia terminó así, bautizando a Corrales Ayala como el último gobernador del PRI en Guanajuato.

Un hombre culto, un apasionado de las artes, orador avezado, político de altos vuelos; distante y soberbio con los ciudadanos de a pie.  Esas son algunas pinceladas del Corrales Ayala que aceptó la negociación entre Salinas y las cúpulas del PAN y que entregó el gobierno no al electo Ramón Aguirre Velázquez, sino al interino panista Carlos Medina Plascencia, quien como uno de sus primeros pasos habría de designar a un fiscal con la misión, al menos en apariencia,  de buscar y encontrar cuanto acto de corrupción fuera posible detectar en el sexenio que había terminado.

Era éste un compromiso cuyo origen era el reclamo reiterado del ex candidato del PAN, Vicente Fox Quesada, entonces broncudo con el poder priísta en turno —al que hoy elogia y felicita en la encarnación de Enrique Peña Nieto—. Fox señalaba que desde el gobierno de RCA se había apoyado a la campaña de Ramón Aguirre Velázquez con recursos que rondaban los 50 millones de pesos de entonces.

Fue así como el más poderoso colaborador de RCA, el contador Raúl Almada Gaxiola, fue acusado y encarcelado durante varios meses en un centro penitenciario, hasta que sus hábiles abogados derribaron, una a una, las acusaciones formuladas desde la fiscalía especial asignada por Medina a Felipe Polo.

Almada Gaxiola obtuvo su libertad, y RCA fue dejado en paz.

Las venganzas de Fox tomarían otras formas, y llegarían a convertirse en una falacia barata.

RCA lo supo.

Cuánto se habrá reído.