Ecos de Mi Onda

Un Gato en el Tren de la Paz

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Oh nena, este es un mundo salvaje,

en el que es difícil sobrevivir con sólo una sonrisa.

Cat Stevens

Cat Stevens tren de la paz Foto EspecialLa paz requiere condiciones que deben respetarse en función del tiempo, es decir, un estado de equilibrio. En tiempo de paz,es condición la ausencia de disturbios o manifestaciones de violencia, tanto de orden personal como interpersonal, y además algo importante, que las condiciones se den en un marco de libertad. Sin embargo, es complicado definir lo que es un disturbio, si nos atenemos a las apreciaciones subjetivas. Donde una persona aprecia violencia, otra juzga simple euforia; donde alguien percibe una agresión violenta, otro observa un acto de elemental justicia. Bajo esta diferencia de criterios, es fácil que exista una ausencia de paz interpersonal, originada siempre por el otro, el calificado de necio o intolerante ¿Quién decide la razón y la justicia?

Mucho se ha hablado del Contrato Social, y sí, parece lógico que en un pasado remoto dos grupos antagónicos decidieron sentarse frente al fuego, después de una lucha fragorosa y sangrienta, a fin de acordar los términos de un período de convivencia pacífica, mutuamente benéfica. Pero homo homini lupus, sentenció Plauto y luego el filósofo ingles Thomas Hobbes en el siglo XVII, pues tal parece que los seres humanos no estamos a gusto con el estado de paz, no nos conformamos sólo con el gozo y satisfacción de las necesidades naturales para sobrevivir, y en cuanto se recobra la energía, crece el coraje para exigir la satisfacción de placeres vanos no naturales y no necesarios: expansión de territorio, enajenación de bienes ajenos, imposición de normas de conducta, dominio de la voluntad y libertad de los individuos del entorno, derecho exclusivo al uso indiscriminado de la fuerza.

El catálogo de hechos violentos del siglo XX indica por primera vez en la historia de la humanidad, el desarrollo de conflictos globalizados. La Primera Guerra Mundial de 1914, finalizada en noviembre de 1918 con la rendición de Alemania y la firma del Tratado de Versalles, en la que se contabilizaron más de 9 millones de víctimas. Un poco más de veinte años después, la Segunda Guerra Mundial iniciada 1939 con la invasión de Polonia por la Alemania Nazi, que concluyó en el frente europeo con la captura de Berlín en mayo de 1945, y con la rendición de Japón tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en agosto del mismo año. Al refinamiento militar en manos del hombre, logrado por la ciencia y tecnología de la época se le debe la suma de entre 50 y 70 millones de muertos. Tan sólo el genocidio del Holocausto costó la vida de alrededor de 6 millones de judíos.

Pero la lista de guerras, guerrillas y guerritas en el siglo XX es muy extensa, tal parece que el mundo no tiene reposo: La revolución rusa de 1917, la guerra civil española de 1936, la revolución mexicana de 1910, la revolución cubana de 1953 y su crisis de los misiles atómicos del 62, la guerra de independencia de Argelia, las guerras árabe-israelíes de Los Seis Días en 1967 y Yom Kippur del 73, la guerra de Corea de 1950, la guerra de Las Malvinas, la partición de la India , la guerra de Nicaragua, la guerra de Honduras contra El Salvador, la Primavera de Praga, la guerra de Vietnam de 1955 a 1975… pero la lista es interminable. Se supone que la evolución cultural conduce a un estado civilizado que enaltece la paz, entonces en realidad prevalece el estado salvaje de gran disposición por la violencia y la gloria humana consiste en la fortaleza guerrera para alcanzar el mayor dominio posible sobre los otros.

Da pena, y temor, la existencia de hombrecillos cobardes como Harry S. Truman, quien hace setenta años, apoltronado en el sillón de la presidencia de los Estados Unidos de América, dio la nefasta orden de arrojar las bombas atómicas sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki. Un acto cruel e innecesario contra un Japón ya vencido. Elogio a la fuerza militar que respaldaba su erróneo concepto de vanagloria humana.

Cuantas muertes serán necesarias / para que el hombre se dé cuenta / de que ya ha muerto demasiada gente / La respuesta amigo mío está flotando en el viento. Bob Dylan.

La crueldad de las dos grandes guerras mundiales tuvo la consecuencia alentadora de un nuevo diálogo de paz y respeto humano. El 10 de diciembre de 1948 se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con el compromiso internacional (tintes de utopía) de no permitir nunca más atrocidades como las sucedidas en esos conflictos. Pero a pesar del compromiso de la mayoría de los países, en la práctica la Declaración se viola reiterada e impunemente, sin órganos imparciales y efectivos para evaluar las situaciones, administrar justicia y aplicar medidas para restablecer el orden.

A finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo pasado, la guerra de Vietnam acaparaba los medios de difusión, debido a la participación directa de tropas norteamericanas y fundamentalmente al hecho de verlas superadas, a pesar de la supuesta supremacía militar táctica y tecnológica, por el ejército norvietnamita rival. Muchas celebridades reflexionaron sobre los hechos y denunciaron las injusticias de un país autoproclamado como defensor de la libertad, al que le disgustaba la libre determinación de un pueblo a miles de kilómetros de distancia, y que neciamente sacrificaba a su propia juventud en función de fines intervencionistas.

En el campo de la música, Fortunate Son de los Creedence Clearwater Revival, acusa con rabia la leva arbitraria de jóvenes para la guerra: Yo no soy hijo de senador, ni de millonarios, ni de generales, no nací con una cuchara de plata en la mano, no soy un hijo afortunado. John Lennon proclama la idea War is over (if you want it). En la canción Happy Xmas cuestiona la actitud cristiana, limitada a los deseos de felicidad y prosperidad en las tarjetas navideñas. En Give Peace a Chance ironiza sobre el parloteo de los ismos ideológicos, políticos y religiosos, sin bases reales para brindarle una oportunidad a la paz. Imagin por su parte, es el anhelo utópico de un mundo igualitario y justo, libre de odios y rencores y en el que todos viven en paz…You may say I´m a dreamer, but I´m not the only one, I hope some day you´ll join us, and the world will be as one.

Las canciones no resuelven conflictos bélicos, tal vez algunas tengan cierta función social de hacernos reflexionar sobre la conducta humana. Cat Stevens cumple esa misión. En el ambiente londinense sesentero y beatlemano, supo combinar los rasgos culturales de padre griego y madre sueca y los encauzó en un estilo musical muy personal, con letras profundas y poéticas, abundantes en metáforas y alegorías, cantadas con ese timbre grave apoyado por acompañamientos sencillos, pero ricos en detalles texturales. El Gato grabó su primer álbum, Matthew and Son en 1967, pero es en 1970, con el elepé Tea for the Tillerman, que alcanzó nivel de pop star, incluyendo éxitos como Wild World, Sad Lisa, Father and Son y Where Do the Children Play? Luego consolidó su posición con el álbum Teaser and the Firecat, del que se desprenden Rubylove, Morning Has Broken , Moonshadow y la pacifista Peace Train.

En 1973 tuvo una crisis de tuberculosis que lo alejó por un largo período del ambiente. En el inter se interesó por las religiones y en 1976 vivió la experiencia de salvarse, por un milagro de Dios, de morir ahogado en una playa de Malibu. Al leer una copia del Corán se sintió atraído por el Islam, que abrazó en 1978. Su vida cambió sustancialmente, adoptó el nombre de Yusuf Islam, abandonó la música comercial e invirtió sus bienes en apoyar la educación de niños musulmanes en Gran Bretaña, así como a víctimas de guerra y de desastres naturales.

No le han faltado detractores; unos lo relacionaron con la Fatwa (edicto de muerte) lanzada contra el escritor Salman Rushdie, considerado blasfemo por el Islam debido a su novela Los Versos Satánicos, otros lo han asociado con actividades del Yihad, por quienes quieren entenderla como la lucha violenta para extender el Islam, y por consecuencia ha sufrido discriminación religiosa por el temor a los grupos extremistas musulmanes como Al Qaeda y los ultraviolentos Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), Boko Haram y Al Shabab. No obstante, Yusuf ha negado y demostrado con acciones, cualquier relación con el extremismo islámico. Asimismo, ha decidido recientemente poner fin a su alejamiento del mundo de la música y promover la actitud pacifista del verdadero Islam… comencé a cambiar –dice– en 1995, cuando volví a entrar al estudio para grabar discos que contribuyan a comprender algunas de las bellezas de la vida y de mi fe. Y me di cuenta de que mis viejas canciones todavía representaban una actitud limpia y transparente, y que no merecían el olvido.

El Gato viaja en el Tren de la Paz, esa alegoría optimista que describe que a pesar de haber llorado por la situación de odio que prevalece en el mundo, plantea que pronto ocurrirán cambios y que algo bueno ya ha comenzado para traer la paz al mundo. El tren de la paz avanza en el filo de la noche y todos debemos estar prestos a subirnos para recorrer el camino que nos lleve a casa.

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Train Peace: https://www.youtube.com/watch?v=qZ0wasGZToY. Es una versión en vivo con una traducción aceptable.

Salam, Shalom, que la paz sea con Ustedes en el espíritu.