El Laberinto

Damas y caballeros

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Las cámaras en los celulares y las redes sociales han provocado un peculiar fenómeno, la exhibición, denuncia y difusión viral de los ya famosos “ladys” y “gentlemens” que se distinguen por dos razones principalmente: su actitud que va acompañada  de aires de superioridad, intransigencia, cinismo o agresividad desmedida ante una situación dada y la situación misma en la que decidieron ( o se les escapo) “sacar el cobre” la cual acompaña a estos individuos como un incomodo apellido, así conocemos a “lady salchicha”, el “gentleman de Polanco”,  “lady Profeco” más un largo etcétera.

Independientemente de si el altercado se da de modo presencial y es filmado por la victima, las cámaras de seguridad o los testigos o si se produce de modo mediático, dando desafortunadas declaraciones a periodistas o difundiéndolas ellos mismos por diversos canales, estos energúmenos espontáneos ponen en evidencia las relaciones de poder que se establecen en una sociedad, entendiendo al poder como una asimetría que es explotada para obligar a los demás a tomar acciones en contra de su voluntad.

Las asimetrías pueden ser las relaciones del individuo “no sabes con quien te estás metiendo”, su posición económica “maldito muerto de hambre” o su empleo “ya no lo voy a atender” y son proclamadas, justamente, cuando el sistema de obediencia falla por cualquier razón y tienen que recordarle a su víctima quien tiene la sartén por el mango.

Este tipo de historias, como la desigualdad misma en nuestro país, no son nada nuevo y su difusión tampoco lo es, basta recordar el incidente narrado en Los bandidos de Rio frio publicado a finales del siglo XIX por Manuel Payno, donde el conde de Sauz, harto de ser perseguido para que compre un costurero, golpea cruelmente a Evaristo con su bastón y a los policías que intentaron detenerlo, mientras alardea de su posición, hasta terminar detenido y pagando su breve castigo.

Porque retratan a los poderosos en sus peores ángulos y representan una venganza de los oprimidos, es por lo que este tipo de denuncias son tan populares, pero volviendo a la realidad sirven de muy poco, la desigualdad, el nepotismo y la desprotección ante quien puede decidir en dado momento nuestra suerte, así sea el hijo de un político o un simple mesero, siguen existiendo y por cada “dama” o “caballero” expuesto existen miles que diariamente se salen con la suya.