Ecos de Mi Onda

Detrás del Muro

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La barrera más inamovible de la naturaleza

es la que hay entre el pensamiento de un hombre y el de otro.

William James

*

Hey! Teachers! Leave them kids alone! / All in all it’s just another brick in the wall.

Roger Waters (Pink Floyd)

(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Cuando pensamos en un muro nos imaginamos un elemento vertical de construcción, conformado por unidades de ladrillo, tabique, adobe, piedra, o tal vez algún otro material, unidas por un cementante y que tiene como función delimitar un espacio determinado, o actuar como soporte de todo un sistema estructural. Nos referimos al muro también como pared, tapia, muralla o paredón y de acuerdo a sus funciones puede servir de cimentación o anclaje, de pantalla, de contención o de acondicionamiento térmico, entre otras.

Resulta agradable pensar en los muros de las habitaciones del hogar, en las que se realizan las diversas actividades de la familia, dentro de las cuales se siente la calidez protectora contra las inclemencias del tiempo. Es grato pensar en las puertas abiertas libremente para recibir a los amigos, es placentero evocar las puertas cerradas, discretas, para los momentos íntimos. Sin embargo, es común también construir muros para aislar forzosamente a alguien, o para que alguien se aísle del resto de la humanidad.

Al muro omnipresente lo vemos en los caprichosos episodios de la mitología griega. Dédalo le construyó al rey Minos un largo y serpenteante laberinto para encerrar al insaciable Minotauro, hijo del furor zoofílico de Pasífae por el Toro de Creta, inducido por el engaño de Minos a Poseidón, al seleccionar un toro diferente al espléndido blanco de Creta que le había prometido en sacrificio. Lo tenemos también en muchos relatos bíblicos, como por ejemplo el de la torre de Babel, que alude a la desconfianza y soberbia humana, concretada en una torre construida para alcanzar el cielo y librarse así de los efectos de la furia divina con otro diluvio (Hagamos ladrillos para cocerlos al fuego y edifiquemos una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo). No concluyeron la obra debido a que Dios confundió las lenguas de los hombres para que no pudieran entenderse en la ejecución del plan. El relato es una interesante alegoría del surgimiento de los diferentes idiomas y es curioso que el verbo hebreo balbál signifique confundir y la expresión blablá (que todos entendemos) indique un parloteo, que en muchas ocasiones no es más que un muro de incomprensión.

¿Quién está detrás del muro? Del gran Miguel de Cervantes recibimos la narración literaria del cerco de Numancia. Para los asediados numantinos, los inclementes invasores romanos están tras de sus muros con un asedio permanente por años. Cansados de resistir, los numantinos sugieren la lucha personal entre dos soldados, uno por bando, para dirimir el triunfo y la derrota. El general romano Escipión rechazó el reto considerando que no era necesario, pues ya tenían a Numancia en un puño. Para el soberbio ejército romano, los numantinos están detrás del muro, con la actitud necia de rebelarse al imperio y entonces la intención será pues, ultrajarlos y mostrarlos como trofeo de guerra. Niños, ancianos, mujeres y soldados de Numancia aceptan su fin postrero y deciden: El enemigo muro sea deshecho / Salgamos a morir a la campaña / y no como cobardes en estrecho. Quemaron todos sus objetos de valor, todas sus pertenencias y decretaron para sí mismos: Verdugos de nosotros nuestras manos / serán y no los pérfidos romanos. La desgarradora proclamación final de todo el pueblo, incluyendo al joven sobreviviente que se lanzó desde la altura de la torre de vigilancia, le notifica con valor a todo el mundo en el devenir de la historia: Quedar vivos aunque muertos… Numantinos, libertad…, ninguno de nosotros será trofeo de guerra.

¿Quién está detrás del muro? Existen muros concretos que dividen, que avergüenzan; barreras en las que cada piedra, cada bloque, está unida con la argamasa del miedo, del odio, del resentimiento, Berlín, Cisjordania, Free Derry, límites entre México y Estados Unidos. Las fronteras se protegen con muros para evitar el paso de extraños —Por seguridad nacional, señalan— como motivo del confinamiento los gobiernos altaneros. Con barreras tangibles o intangibles, los mandos poderosos tratan de cubrirse de una capa refractaria a las ideas sociales, políticas o religiosas que le resultan diferentes y que, arbitrariamente, califican de exóticas e infecciosas para su entorno, para la estructura de su sistema social. Sin embargo, exigen las puertas abiertas de los espacios ajenos, mientras que imponen que las suyas sólo pueden abrirse o cerrarse a su entera discreción.

La escuela (schola) es ese espacio formal que se dedica a la enseñanza. Es la construcción en la que se establece la dinámica de generar e integrar las ideas y los diálogos que promueven estructuras, normas de conducta, funciones y valores, que finalmente se aplican para el desarrollo armonioso de la sociedad, con la visión del progreso y bienestar sostenible (físico y espiritual) de la humanidad y la naturaleza en la que habita.

¿En dónde nos extraviamos? ¿En dónde perdimos el camino? En el laberinto de la vida a veces no sabemos interpretar si estamos fuera o dentro de los muros, no sabemos con certeza si atacamos o nos defendemos, pues a veces solamente especulamos a partir de imágenes de humo en blanco y negro, olvidando la gama de los colores de la luz que se dispersan a través del prisma, vencidos en la inercia del repertorio de las tendencias marcadas desde los púlpitos de las estructuras del poder. Así, no importa si me repliego o me despliego, si tengo una personalidad neurótica, si guardo resentimientos o envidias, si vivo en medio de conflictos. El sistema capitalista, basado totalmente en el consumismo y en el capital especulativo, requiere de mi aislamiento a la reflexión, con muros de opacidad al libre albedrio, que es un derecho de la persona humana. El aparato seduce para exaltar con furor el culto a la personalidad individual y narcisista (la selfie como metáfora vigente), paradójicamente masificada.

Cuando se llega a ser receloso, se desconfía de todo el mundo. Así, no podemos poner las manos al fuego con respecto a la honestidad de las voces que critican, y que sobre todo, proponen cambios de raíz para controlar la avalancha de la modernidad, pues los resultados de la conducta humana están a la vista, ya no se esconden, se muestran algunas veces hasta con cinismo: la franca opción del beneficio personal del nuevo linaje político, la inoperancia de los gobiernos, el desvanecimiento de la autoridad moral y de juicio, la evidencia de la ultrajante desigualdad económica entre los estados y los estratos sociales, el intolerable deterioro del medio ambiente, la violencia rampante en todos los espacios del mundo. Los resultados de la conducta humana lastiman, es como si la mayoría de la gente hubiéramos perdido el juicio.

No obstante, tenemos la obligación de ubicarnos en el contexto y si bien Marx afirma que la desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas, también podemos equilibrar un poco con buen humor, conviniendo con Woody Allen en que… El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que se necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia. Pero de cualquier forma, es entendible el pesimismo de Roger Waters, expresado en la letra de la canción Another Brick in the Wall, del álbum exitoso The Wall de Pink Floyd, editado en noviembre de 1979 (hace ya treinta y seis años). La idea es dura y parece sugerir el camino a la anarquía:

*

We don’t need no education
We don´t need no thought control
No dark sarcasm in the classroom
Teachers leave them kids alone
Hey! Teachers! Leave them kids alone!
All in all it’s just another brick in the wall.

*

Pero en efecto, reiteramos, las evidencias indican una conducta propensa generalizada hacia la deshumanización, quiere decir que en cierta forma, algo está fallando en la educación, en la sociedad, en la familia, en los modelos de enseñanza y aprendizaje. Por supuesto que no queremos el establecimiento de escuelas para la violencia, para el bullying, para la corrupción, deshonestidad, irresponsabilidad, discriminación, prepotencia o abuso. No necesitamos una educación para el confort de la indiferencia, para el aislamiento egoísta, para la obnubilación del nirvana sintético, para aprender a enajenar y vivir como parásitos de los seres humanos más vulnerables del entorno.

Los seres humanos hemos aprendido a levantar los muros de la incomprensión. ¿Cómo revertir el proceso? La paz se construye tabique a tabique, como un muro. Construir la paz interior es un compromiso individual, depende de la persona, que aun cuando se encuentre confinada entre las paredes de un presidio, tiene la capacidad de aquietar los impulsos escabrosos del alma. La paz entonces también puede ser un muro de contención para el miedo y el odio que provoca las confrontaciones humanas. Un muro poroso que respira libertad, un muro de cimentación para construir un desarrollo social justo y equilibrado en una atmósfera de respeto a la vida y a la naturaleza, de convivencia pacífica. El muro sostén de la revolución del espíritu al que cada uno de nosotros puede sumar un ladrillo, another brick in the wall.