El Laberinto

Hacerla de tos

Compartir
(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Pasé una noche espantosa, por más que mis ojos pesaran de sueño, el espasmo de la tos, la sensación de sofoco y el creciente dolor de costillas no me dejaron descansar ni dos horas seguidas, a pesar del jarabe y los tragos de agua con los que, inocentemente, creía que acallaría a la bestia.

Lo bueno del insomnio, porque hasta ese desgraciado lo tiene, es que aparte de hacerme renegar de todos los cigarros que me he fumado en mi vida, del llanto del bebito de los vecinos y de las peleas de gatos me hizo pensar sobre el significado de una expresión coloquial que me ajustaba como un guante en esas horas en blanco: hacerla de tos.

Cuando decimos que una o varias personas la están haciendo de tos nos referimos a que están reclamando o protestando por un acontecimiento en particular, llevando el reclamo a un punto incómodo para sus interlocutores y para los espectadores, esta confrontación tiene, como la tos misma, las características de ir en crescendo, de volver a su portador un apestado ante los demás y de escaparse en contra de su voluntad.

Al toser tratamos de expulsar algo que está generando un corto circuito en nuestras vías respiratorias, ya sea humo, flema, una bebida que tuvo a mal tomar el camino equivocado, un olor espantoso o un cuerpo extraño alojado en nuestra garganta y cuando la hacemos de tos las cosas no son muy distintas, tratamos de sacar de nuestro sistema a como dé lugar el enojo, la frustración, la inconformidad o la impotencia, en ambos casos nuestro ruido y lo que arrojamos en el espasmo pueden llegar a afectar a terceros que nada tienen que ver con lo que nos provocó el ataque, propagando la epidemia ya sea de virus, de bacterias o de enojo.

Mientras escribo este laberinto me doy cuenta de que estoy tosiendo y haciéndola de tos por la tos misma, en un bucle bastante peculiar y me siento aliviada y liberada, aunque ambos procesos a la larga son agotadores y enrarecen el aire a mi alrededor, hay que aprender a nuestro organismo, toser cuando algo nos obstruye o lastima y parar cuando la amenaza cesa sin desperdiciar las fuerzas al vacío y, en la medida de la posible, sin cargar con inocentes o con nosotros mismos.