El Laberinto

¿Vida en Marte?

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Fotografía de Marte, de la NASA.
Fotografía de Marte, de la NASA.

El cielo por la noche es fascinante, lo era para los primeros humanos y lo es para nosotros, siempre que el smog y las nubes nos permitan ver el espectáculo luminoso que se presenta ante nuestros ojos, una vez que el sol abre paso a la obscuridad.

Haciendo a un lado los avances científicos, que van desde el conteo del tiempo con fines agrícolas y para organizar la vida social observando la posición de los astros, hasta los hombres pisando la luna y los satélites que permiten la comunicación al instante y la localización de prácticamente cualquier punto del planeta, el espacio ha tenido increíbles repercusiones en nuestra imaginación y pensamiento.

No es extraño que las estrellas hayan sido tomadas por dioses y que a la vez hayan exaltado nuestra divinidad, dada su hermosura, su lejanía y el misterio que portan. Yo me dedicaba el mes de diciembre a ver a los Reyes Magos brillando alineados, convencida de que ellos me vigilaban o creía que la luna y el sol siempre estaban siguiéndome al no tener idea del tamaño que tienen.

Desde tiempos antiguos levantar la cabeza nos hace reflexionar sobre lo pequeños que somos como individuos comparados con su inmensidad, en lo milagrosa que es nuestra existencia que atenta contra todas las posibilidades, en amenazas inminentes ya sea en forma de meteoritos o de vida inteligente, en lo esperanzador que sería fundar una nueva civilización lejos de este planeta que nos estamos acabando o lo terrible que sería una guerra colonizadora interplanetaria y la que más ha explotado el arte y mi favorita: en la terrible soledad que se debe vivir en una nave lejos de todos y de todo y tal vez sin posibilidades de volver.

Todo esto le da importancia a la noticia sobre el agua encontrada en Marte, que posibilitaría el establecimiento de humanos para conocer un poco más sobre el rojo planeta o que permitiría recorrer distancias mayores fungiendo como base, aunque estas cuestiones serian solo para unos cuantos elegidos, lo que en realidad me emociona, más que la vida en Marte, es cómo cambiará la vida en la Tierra, que para mí siempre será el planeta más fascinante.